02

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El frío inundaba la ciudad, había estado lloviendo toda la noche, era viernes y el cielo seguía nublado sin pinta de mejorar.

Lorein, en su bata de baño, tomó del armario unos pantalones de vestir grises, blazer y abrigo para ir al trabajo, y no se decidía entre sí usar una blusa blanca o una negra en esa ocasión.

Una mujer entró a la recamara, una mujer joven, de piel suave, de cabello y ojos castaños y de apariencia atrevida que vestía con un pantalón ajustado y una blusa amarilla.

— Vas a resfriarte si tardas más eligiendo algo, cariño — dijo sentándose sobre la cama.

— ¿Negra o blanca? —cuestionó volteando hacia ella con ambas prendas en las manos.


— Blanca —contestó luego de meditarlo muy poco.

— ¿Quieres hacer algo hoy? —preguntó la ojiverde comenzando a vestirse — es viernes y puedo llevarte a comer o salir cuando vuelva del trabajo.


— ¿Con este clima? —dijo acomodando su cabello — olvídalo, hoy solo quiero que vuelvas pronto para abrazarte toda la noche —indicó con una sonrisa coqueta.

Lorein solo sonrió ante sus palabras y asintió sin dejar de arreglarse, tenían ya diez años de conocerse, diez de los cuales llevaban cinco saliendo y dos viviendo juntas y en todo ese tiempo no había habido una sola ocasión en que Lizy hubiera elegido pasar en casa su noche de viernes, ni una sin importar nada.

— ¿Es una nueva faceta de ti? —preguntó Lorein algo desconcertada —¿se te están acabando las baterías o algo por el estilo? — añadió con un toque de burla.

—Quizá, quizá es porque me estoy haciendo vieja —contestó siguiéndole el juego a su novia.

— Toda una anciana.

— Cruel.


—Oye, tú empezaste.

Hubo un pequeño silencio que Lizy se animó a romper tímidamente.

— Ya fuera de las bromas —comenzó diciendo para captar la completa atención de Lorein.

— Sí —dijo la ojiverde animándola a continuar.


— Nuestra relación ha evolucionado mucho y estamos en una edad maravillosa ¿no crees?

— ¿A dónde quieres llegar? —cuestionó Lorein acomodando su blusa y sentándose junto a la otra mujer.


— ¿No crees que ya es tiempo de un bebé en nuestras vidas? — soltó de golpe con una enorme sonrisa que le dio valor de hablar.

Lorein  se sorprendió demasiado ante las palabras de Lizy, ya en un par de ocasiones lo habían hablado y la respuesta de la ojiverde había sido no, ahora no sería la excepción.

— Creo que se me está haciendo tarde — fue lo único que Lorein pudo decir.

—No, Lo, espera —dijo Lizy sosteniendo a su novia de los hombros para evitar que se pusiera de pie —. No me evadas.

— No lo hago, es solo que ya tuvimos esta charla.

— Pero fue hace mucho tiempo y tú dijiste que sería después, ya es después.


— Lizy, para mí después no son unos cuantos meses, después significa después de algunos años.

— ¿A sí? ¿Cuántos?


— No lo sé, unos cinco —dijo vacilando un poco.

— ¿Cinco? — exclamó la castaña con sorpresa y decepción.


— Sí, unos cinco millones de años.

— ¡Lorein! —se quejó su novia.


— Bien, serán seis millones entonces —dijo reprimiendo una carcajada.

— Eres terrible.


— Por supuesto que solo estoy bromeando, cariño — aclaró la ojiverde —solo, dame tiempo y date tiempo a ti. Aún tenemos mucho por vivir sin hijos —indicó haciendo énfasis en las últimas dos palabras —, así cuando los tengamos tendremos un montón de cosas que contarles.

— Pero… ¿no crees que deberíamos por lo menos comenzar a considerar opciones?


— ¿A que te refieres con eso?

— Pues a que sí vamos a ser mamás no podemos serlo del método tradicional.


— ¿Quién usa la palabra tradicional para referirse al sexo heterosexual? — preguntó Lorein de manera retórica —creo que tienes razón y ya estás volviéndote una ancianita —añadió con burla.

— Bueno, como tú quieras llamarlo —dijo poniendo los ojos en blanco —. La cosa está en que deberíamos ir pensando en si adoptar o buscar a un donador de esperma, comenzar a visitar clínicas, arreglar papeles y esas cosas.


— ¿Qué? ¿Estas hablando enserio? —cuestionó arrugado un poco el entrecejo.

— Sí, a mi me hace mucha ilusión —dijo abrazando el cuello de su novia y acercando más su cuerpo.


De pronto ambas oyeron sonar el reloj de la habitación avisando que ya eran las ocho de la mañana.

— Seguiremos hablando después — indicó Lorein sintiéndose salvada por la campana.

Lizy depósito un pequeño beso sobre los labios de la ojiverde y la soltó para que esta se retirara. Lorein salió y jamás el irse a trabajar en una mañana tan fría se había sentido tan bien.


Por otro lado, ya en Slow Harmony, en un salón de paredes blancas, con unas cuantas mesas y otros muebles, con decoración sencilla y un fuerte aroma a café, que servía a los empleados de la boutique como punto de reunión, sitio para almorzar o arreglarse el uniforme en los vestidores que ahí tenían exclusivamente para ellos; Hally tecleaba con gran agilidad.

—Qué gusto verla señorita Hoks —dijo alguien tomando asiento frente a ella.

— Hola —respondió alzando la mirada para encontrarse con Corina Carpe —, también es un gusto ¿Qué tal te está tratando Slow Harmony? —cuestionó volviendo a teclear.

— Bien, eso creo —contestó — ¿y qué hay de usted? —por lo que veo siempre está aquí desde muy temprano —añadió mientras se colocaba su corbata de holanes al cuello.


— Sí, lo prefiero así, así puedo adelantar mi trabajo y revisar todo antes para sentir el día más cómodo —indicó tomando un trago de su café.

— Ya veo, también es el motivo por el que llego temprano, nunca me ha gustado hacer las cosas a la carrera, sobre todo porque yo debo colocarme el uniforme antes de empezar a trabajar.


Hally alzó la vista nuevamente y le regaló una sonrisa amigable al ver que Corina también sonreía con calidez, era la primera vez que platicaban ya que antes solo habían cruzado un par de palabras para tratar algunos asuntos relacionados al trabajo.

Pronto la mirada de la más bajita se desvío a la muñeca de la otra y vio que llevaba una pulsera de plata con un diseño que ella había visto antes, con la diferencia que la pulsera de Corina llevaba la figura de un sol en ella.

– Qué bonita pulsera — indicó Hally.

— Gracias, me la regaló mi abuela hace algunos años.

— Qué adorable. La señorita Larregui tiene una casi idéntica, casi porque la de ella tiene una luna.


— Qué bien, quizá es una señal.

— ¿De qué o qué?


— No lo sé, el tiempo lo revelará —dijo con un sobreactuado misticismo ante el que Hally soltó una risa bajita —. Lo que sí no debo esperar, señorita Hoks, es el momento para halagar los gustos de nuestra jefa — añadió haciendo una reverencia con la mano.

Hally sonrió radiantemente e imitó la reverencia siguiendo el juego.

— Sí. Por cierto, no me llames señorita Hoks, llámame Hally. Ambas trabajamos aquí y para la mismas personas, ya sabes lo que dicen “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” — indicó tratando de romper un poco la formalidad — y con eso no me refiero a que la señorita Larregui o alguien más sea mi enemigo, solo era una metáfora pero creo que no utilicé la mejor — añadió rápidamente al darse cuenta de que sus palabras podrían mal interpretarse.

— Sí, entiendo — respondió Corina tratando de no reír por lo preocupada que lucía Hally por una cosa tan insignificante —, pero no sé si me sentiría muy cómoda llamándola por su nombre, todos los demás vendedores le hablan con respeto y así.


— Bueno, creo que es porque todos los demás vendedores nunca se han acercado a charlar conmigo — dijo un poco apenada.

— No ¿Es en serio? — inquirió bastante asombrada.


— Sí, tal vez es porque le tienen un poquito de miedo a la señorita Larregui.

— ¿Y creen que usted es una extensión de ella o qué? —cuestionó Corina con un toque de humor.


— A lo mejor — respondió de la misma manera.

Ambas rieron un poco y después guardaron silencio, no incomodo más bien fue un silencio agradable.

— ¿Y de verdad es mala? — soltó de pronto Corina.

Hally se sintió un poco incomoda con la pregunta, debido a que conocía lo que Lorein opinaba de Corina, pero no lo demostró.

— No — dijo la más bajita —, es… estricta y, como todos, ella tiene sus días buenos y sus días no tan buenos. Pero fuera de eso es una persona genial; se dedica a su trabajo, se preocupa mucho por la gente que quiere y conmigo jamás ha sido grosera o pesada, así que no tengo nada de que quejarme.

Corina sonrió ante la descripción dada por Hally.

— Me diste un gran respiro. No llevo casi nada aquí como para juzgar pero veo como todos corren a poner todo en orden cuando la ven y las platicas no endulzan mucho el oído.

— Sí pero no te preocupes, ya te acostumbrarás, además el sueldo es bueno y aunque tu solo trabajes medio turno lo importante es que vendas bien para conseguir comisiones — indicó con amabilidad.


— Gracias — dijo Corina con una pizca de la ternura que le daba Hally reflejada en ella.

Entonces al lugar empezó a llegar más gente y se dieron cuanta de que oficialmente debían comenzar su jornada.



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Terrible Y Dulce Tú || Original LGBTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora