Todos pensaban que Álex era rara. O raro.
Los demás niños y niñas de la clase no se acercaban a ella, que siempre vestía de verde y rosa y que decía que quería pintarse el pelo de verde cuando fuera mayor porque era su color favorito. Álex siempre estaba sola, en un rincón, dibujando o pintando o jugando con la plastilina, pero sola.
Nadie parecía entender porque si tenía apariencia de chico ella decía que era una niña, aunque algunas veces parecía cambiar de idea y convertirse en chico. Todos murmuraban sobre ella, y Álex sabía que lo hacían, pero decidía hacer oídos sordos a sus comentarios y concentrarse en sus dibujos.
El único que no pensaba que era rara era Magnus.
A lo mejor era porque sus tíos eran gais, pero su madre le había enseñado siempre a respetar al resto sin importar su sexualidad. Magnus estaba seguro a que eso se aplicaba al hecho de que Álex a veces fuera niño o niña, y sabía que también debía respetarlo.
A Álex, por otra parte, no parecía importarle mucho que los demás niños y niñas no quisieran jugar con ella. Ella estaba feliz pintando en verde y rosa o dando saltos por el patio.
Pero hoy iban a celebrar el día de la amistad en el colegio, y Magnus estaba seguro de que Álex no iba a recibir ninguna carta. También estaba seguro de que a la chica no le iba a importar lo más mínimo, pero a él no le parecía bien que alguien se quedara sin nada en ese día.
Incluso si Magnus y Álex no eran amigos, el rubio sabía que a la niña le gustaría recibir un detalle bonito. Así que esa tarde se puso manos a la obra.
Al día siguiente, cuando Álex fue a abrir su pequeña taquilla, todos a su alrededor se encontraban abriendo cartas y dándose besos y abrazos por toda la clase, pero a ella lo único que le importaba era guardar el delicioso falafel que el novio de su hermana le había preparado. Sin embargo, cuando consiguió abrirla se llevó una sorpresa.
Una sorpresa que llevó consigo todo el día, hasta que el timbre la liberó del colegio con el resto de niños y niña y su hermana la abrazó a la salida.
—¿Qué es eso que llevas ahí?— preguntó Sam, dándole un golpecito en la cabeza.
Álex bajó la cabeza, sonrojada, mientras se tocaba la margarita que llevaba en el pelo.
—Hemos celebrado el día de la amistad— murmuró, y dejó que su hermana le colocara la flor bien.
—¿Y alguien te ha dado eso?— preguntó Sam, enternecida. Sabía lo difícil que podía ser el colegio para la gente que no se adaptaba a lo normal. Se alegraba de que tuviera amigos.
Álex hizo un gesto de asentimiento mientras sacaba un papelito de su bolsillo y se lo daba a su hermana mayor. Justo cuando levantó la cabeza vio que un niño de su clase la estaba mirando mientras su madre hablaba con otra mujer. Cuando se vio descubierto, el pequeño rubio se escondió detrás de su madre, aunque sacó la cabeza de nuevo un par de segundos después para sonreírla. Estaba guapa con la flor en el pelo.
Álex volvió la cabeza rápidamente hacia Sam, quien leía la nota con una sonrisa divertida. Le pasó una mano por el pelo a la niña, quién se apoyó contra ella cuando se la devolvió.
He pensado que estarías guapa con esta flor.
Pero ya eres guapa.
—M
PD: también eres guapo cuando eres un chico.
Bueno, al menos ya sabía a quién pertenecía esa misteriosa M.
Y quizás no era la flor más bonita, pero desde aquel día se convirtió en la favorita de Álex.
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¿Soy la única que está tan enamorada de estxs dos? <3 Más le vale a Rick Riordan que acaben juntxs porque si no juro que le mato.
No sé a vosotrxs, pero a mí se me hacía super cute imaginarme a Magnus y a Álex de pequeños, así que escribí este fanfic.
¡Espero que os haya gustado a todxs!
Besos besosos,
May
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Margaritas y notas
FanfictionQuizás no era la flor más bonita, pero desde ese día se convirtió en la favorita de Álex.