Sinopsis

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Estoy metida en este cuarto, estoy sola, nadie me ve y yo no puedo ver a nadie pero escucho sus voces, las escucho pero ellos no escuchan la mía. Necesito que me saquen de aquí pero nadie lo hace, ahora siento que alguien me observa pero nadie se encuentra aquí más que yo y mi respiración agitada que se pierde en las mil y un voces. Busco y me encuentro sola y estoy sola, sola.

Estas cuatro paredes se cierran y se abren, me dejan sin aire y a veces hay tanto que me cuesta respirar. Y sus voces, sus voces que me susurran cosas que no entiendo y me duele escucharlas, pasan cuando yo me duermo o me desmayo por el dolor que me dejan... Quiero que esto termine pero no lo hace, no termina y más sufro. Que alguien me salve, por favor que alguien me ayude...

—¿Qué escribes?— me pregunta mientras trata de ver lo que estoy escribiendo, cerré mi cuaderno al instante en el que se asoma.

—Sabes que no me gusta que veas lo que escribo— le dije y él me miró por unos instantes, luego se fue a acostar en mi cama, como siempre.

Lo he visto tantas veces acostado en mi cama como todo un príncipe, pero hoy tenía algo especial, se lo veía distinto, tenía un brillo diferente.

—¿Cuándo podré leer algo de lo que escribes?— dijo mirando el techo de mi cuarto, me acuesto a su lado con mis manos en mi estómago, mirando con él unos dibujos que hicimos cuando ambos eramos niños.

—¿Cuándo me dirás la razón por la que yo te veo y los demás no?— le dije para luego mirarlo, siempre que le hacía esa pregunta él me respondía con otra:

—¿No confías en mí?— me dijo como siempre, saber el porqué no me lo quiere decir es algo que siempre me preocupó, de alguna forma sentía dentro mío que no tenía que saberlo, que si me enteraba él se iría, se iría de mi lado.

Le di la misma respuesta de siempre, no quería que él se vaya de mi lado como todos lo hacen, como todos esos que juraron quedarse conmigo y no lo hicieron, como todas esas personas que hacen falsas promesas. Mañana estaría cumpliendo 18 años, al igual que él, siempre cumplió el mismo día que yo y siempre la misma edad.

Nos quedamos observando los dibujos hasta que me puse mal como siempre lo hacía cuando llegaba la noche, recordar todo lo malo que me pasó en mi infancia, adolescencia y lo que aún estoy pasando duele tanto. Siempre es la misma rutina, la misma vida, la misma mierda, mis padres siempre tratando y fingiendo ser algo que no son. Basta de fingir, sé que me odian y sé que no me aguantan, ellos no me quieren.

—Oye, Kari, no lo hagas, no llores. No vale la pena llorar por gente que no te quiere, piensa en otra cosa, piensa en cuanto te quieres a ti misma... Recuerda que siempre serás tú misma, solo tú y la vida.

Y ahí es donde está Ethan, a mi lado, abrazándome para que nada me pase, diciéndome todas esas frases para que yo olvide lo que estoy pasando y siempre tiene razón... ¿Quien sino yo misma me salvaré de esto que me atormenta día a día? Lágrimas y lágrimas salen de mis ojos todas las noches, mojando mi almohada, pero siempre alguien tratando de que pasen, haciendo lo posible siempre por hacer que yo deje de sufrir. Alguien que se queda despierto conmigo todas las noches, hablando de cosas sin sentido o simplemente haciéndome sentir bien.

—Ven Kari, vamos al techo de casa, estaremos mejor— me dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba a la ventana de mi cuarto, siempre me llevaba ahí cuando me sentía mal.

Cuando estuvimos allí nos acostamos y ambos estábamos mirando las estrellas mientras él me tomaba de la mano y la acariciaba.

—Una vez leí en unos de tus libros que las estrellas son las personas que han muerto— dijo de pronto dejando mis manos para acariciar mi cabello de forma lenta.

—Creo que también lo leí, ¿a qué va tu comentario?— le pregunté para luego observarlo, se lo veía feliz y radiante, normalmente se lo veía con la misma emoción mía.

—Si tus padres mueren estarán ahí, las estrellas nos ven, la gente que murió nos ven — yo seguía sin entender a lo que se refería—. Olvídalo, mañana cumplimos 18 años, legalmente adultos.

—En otro momento me explicarás a lo que te quisiste referir con lo primero, en cuanto a lo de nuestro cumpleaños... ¿Qué hacemos?

—¿Qué te parece un crimen antes de ser mayores de edad? Tenemos— miró su reloj—. 4 horas para hacer lo que queramos sin que nos metan en prisión.

—¿Crimen? ¿cómo qué?— le dije mirándolo, me parecía una locura pero la idea era tentadora.

—¿Improvisar? Hagamos una locura.

Y así comenzó una horrible tortura que hasta el día de hoy aún estoy tratando de soportar.

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Espero que les guste, luego entenderán más. :)

Ethan. [1.Ocultos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora