Epilogo.

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Habitación número 425 de un motel de cuarta alejado la carretera, cerca de las dos de la madrugada, luces rojas, verdes y amarillas resplandecían por

Aquella cortina que ligeramente cubría el único y gran ventanal.

La televisión, sin señal, continuaba encendida, el sonido que producía calmaba un poco la ansiedad. Los pasos incesantes alrededor del cuarto de quien solía ser mi esperanza ahora era mi perdición.

Le dije que parara, pero no me escucho, o quizás solo me ignoro, fije mi vista en los cinco pequeños frascos que se encontraban enfrente de mí, llenos de pastillas de dudosa precedencia, miles de pensamientos inundaron mi mente, me estaba ahogando en mis propios problemas.

Observe a esa persona, aun podía un rayo de luz al fondo de ella, recordé su sonrisa, su risa, los buenos momentos, antes de las tragedias, tristezas y desesperación; me vio con mala cara y se puso de cuclillas frente a mí.

"Es hora, hazlo de una buena vez"

Asentí, tome un frasco y sin pensarlo mucho trague cada una de ellas. Fui al espejo del baño y vi mi rostro, demacrado, se notaba que hace tiempo todo era diferente. Me dirigí hacia la mesa y puse los cuatros frascos sobrantes en mi chamarra, tome las llaves y Salí de aquella habitación, no sin antes ver quizás por última vez el rostro de lo que alguna vez me salvo.

El frio era intenso y los coches que transitaban por las calles y avenidas de la ciudad que me vio crecer eran minoría. La poca gente que se encontraba por las calles me veía de manera de extraña, quizás sabían que por dentro estaba muerta.

Cuatro tipos se acercaban con rapidez, se veían problemáticas, así que lo más inteligente que pude hacer fue provocarlos.

Me golpearon con fuerza en un callejón desolado, el dolor aumentaba con gran rapidez, saque dos frascos más y trague de nuevo aquellas pastillas.

Me levante del frio suelo lleno de basura y camine a la avenida más cercanas, sin mirar a los lados, cruce, y a la mitad de todo, saque las ultimas pastillas, tome unas pocas en el momento en el que algo se impactó contra mí, en un segundo me encontraba en el suelo, mi visión era borrosa y los sonidos eran distantes.

Algo vibro en el interior de mi abrigo, aquel celular anunciaba un mensaje con las palabras que había estado deseando escuchar.

"Te quiero, perdón."

Todo se volvió negro, y entonces supe que eso era lo que llamaban ver tu vida pasar ante tus ojos, de una manera un tanto diferente.

Dreams. | Kim Haneul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora