Cuando eres consciente de que te estas muriendo y sabes que es imposible escapar de ese fin, lo único que se te pasa por la cabeza es "¿por qué yo?" Somos tan egoístas que hasta pondríamos a otras personas en nuestro lugar para que sepa lo que se siente. Y después de pensar eso decimos "Pobrecito, no se lo merece" Todo eso lo pienso mientras me ahogo en el tubo. Mi último pensamiento lo malgasto en egocentrismo y termino sin conciencia.
Lo veo todo oscuro. Estoy solo, flotando en la nada. Sin preocupaciones, no tengo en que pensar. ¿Soy libre? Quizás. Supongo que esto es la felicidad completa. Ojalá durara para siempre. Pero por lo que parece, no me dejarán ni estando muerto.
- ¡Abre los malditos ojos de una vez!
Abro los ojos de golpe. Trago mucho aire por la boca provocando un grito asfixiante y empiezo a tocer fuertemente.
- Menos mal, te creía muerto. Muchos de tus compañeros no han sido capaz de sobrevivir.
Miro todo lo que me rodea. Estoy en mi cuarto, en la de mi casa. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿No se suponía que estaba en un tubo?
- Amigo ¿Cómo es que estoy en mi cuarto? - Le digo pulsando un boton al micro que tengo en la oreja.
- Me puedes llamar Bill. Estas en un entrenamiento. Eso no es tu casa, solo hace falta que mires con claridad. Estas encerrado en el cuarto con un par de regalitos que te he dejado. La amenaza empezará cuando estes preparado.
- ¿No decían que el entrenamiento era seguro? ¿Cómo es que han muerto algunos de mis compañeros? - Me levanto del suelo sacudiendome la cabeza y observo el cuarto buscando algo fuera de lo normal.
- Cosas que pasan.
- Ya veo. - Me acerco al escritorio y la acaricio con mi mano. Al hacer esta acción me doy cuenta que mis manos son diferentes. En ese momento me miro todo el cuerpo. Llevo unas botas de un azul claro con un pantalon mas claro que las botas y una camisa azul oscuro. No me llamaría tanto la atención si no tuviera algo demás. - ¡Soy mujer!
- ¡Ah, si! Ahora eres nuestra querida Jill Valentine. ¿Recuerdas las normas?
Salgo corriendo para mirarme en el espejo. Tengo una coleta con una gorra azul puesta. - Pues si...
- Muchos querrían estar en tu lugar, créeme.
- Esto es estúpido. - Observo mi nuevo cuerpo un par de veces y vuelvo a buscar cosas por el cuarto. Miro fijamente a la cama y la destapo encontrándome una pistola con munición a su lado. - Típico, podrían currárselo mas.
Agarro la pistola y guardo la munición en uno de los múltiples bolsillos que me rodean por todo el cuerpo. - Si lo que pretendes es ayudar, Bill, con esto no mataré ni una mosca.
- Pues es todo lo que hay. Ya estas preparada para el entrenamiento señorita Valentine, y consiste en... ¡Sobrevivir durante un par de días!
Se abre la puerta de golpe al terminar Bill su frase y pego un brinco del susto. Guardo la pistola en la funda de mi pierna derecha y me acerco a la puerta lentamente. Trago saliva sin dejar de caminar. Esto debe ser divertido para los que nos ven desde fuera. Yo, solo paso un mal rato. Me pego a la pared y saco la cabeza por la puerta lentamente. Me despego, saliendo por la puerta tranquilamente. "Pues parece que estoy solo por aquí" - pienso. En eso, mientras camino tranquilamente por la casa, algo me tira del pie. Caigo sin hacerme daño y sin levantarme miro hacia atrás para saber que fue lo que me tiró. Un humano feo con la boca llena de sangre y sin gritar con babas tenia agarrado mi pie. Comienzo a pegarle patadas en la frente con mi pie libre hasta que logro escapar de él. Salgo corriendo de aquel lugar y cierro bien la puerta. Al girarme, toda la calle esta muerta. Hay coches en llamas, humanos feos como el de la casa, compañeros corriendo y disparándo por todos lados. ¡Esto es una locura!
- ¡Hijo, hijo! ¡Por fin te encuentro!
- ¡Mamá! ¿Qué haces aquí?
Mi madre me agarra la mano y me saca corriendo de allí. Dice que sabe donde estar a salvo y no dudo en seguirla mirando por todos lados. No se que diablos esta pasando aquí. ¿Esto es real o no? Tampoco es que tenga tiempo para preguntas, solo hay que sobrevivir y ser lo mas egocéntricos que hemos sido nunca. Mi madre me lleva a la última planta de un edificio. Me siento en el suelo pegando mi espalda contra la pared y me dice que aqui estaremos bien por un rato.
Intento controlar mi respiración. Estoy agitada de tanto correr y también de todas esas preguntas que son inposibles de tener una respuesta.
- ¿Mamá, como supiste que era yo si ahora soy... diferente? ¿Y cómo es que estas aquí? No puedo creer que esto forme parte del entrenamiento...
- Así es. - Me mira gritándo como aquellos bichos y se tira sobre mi mordiendome el cuello sin piedad.