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Tres semanas después de aquella confesión, me encontraba vomitando en el baño de mi trabajo. Tres golpes en la puerta del cubículo me insistieron en que me apresurase. 

–Vamos, niño, no me hagas esto. –susurré a mi vientre antes de terminar de expulsar todo aquello que quedaba en mi estómago. 

Cuando ya no tenía nada más que devolver, hice gárgaras con un poco de agua y me comí una menta que guardaba en mi bolsillo, la cual era mi salvación y de las pocas cosas que toleraba desde hacía un par de semanas. Al abrir la puerta, me topé con un par de ojos color miel, los cuales eran de Allison, la jefa de fotografía de la empresa.

–Mia, te estaba buscando, pero quería hacer una parada primero en el baño, ¿Estás bien? –me observó con gesto preocupado, solo asentí.

–¿Para qué me buscabas?

–Sí, Jason quiere verte en su oficina. –mi corazón dio un vuelco y ella, probablemente por mi rostro, dedujo lo que estaba pensando. –Calma, no es nada malo. –guiñó un ojo y se adentró en el baño. 

Sentí un nudo crearse en mi estómago, pensé todas las razones por las que me podría estar llamando y mis pensamientos rondaron una y otra vez en si de verdad no era nada malo o solo era mentira de aquella chica. 

Cuando menos me di cuenta, estaba cara a cara con la placa de la oficina de Jason Andrews, presidente de la revista más famosa de la ciudad. Toqué dos veces y escuché un "Adelante" desde el otro lado de la puerta.

–Mia, te estaba esperando. –sonrió amablemente e hizo un ademán a la silla del otro lado de su escritorio. –Toma asiento. 

Con delicadeza y lentitud, me acomodé en la silla. –¿Qué quería hablar conmigo?

–Tranquila, no es nada malo. En realidad, te llamaba para ofrecerte un ascenso. –me sentí descolocada por un segundo. 

–¿Cómo dijo? ¿Ascenso? 

–Sí, eso mismo. Supondré que conoces a Allison Vial, ¿Cierto? –asentí. –Bueno, la chica necesita una asistente y tú eres mi primera opción. Doble de salario, un par de horas extra, mayor tiempo fuera de ese horrible lugar fuera de tu escritorio, mayor libertad creativa y aquí viene lo mejor: contacto directo con las estrellas. 

No lo pensé mucho y acepté, ¿Qué era lo peor que podría pasar?...

Pues lo peor vino un mes después. Una notificación de un nuevo correo electrónico con una invitación a la fiesta de Sony Music Entertainment para dar a conocer a sus nuevas estrellas, los novatos que de milagro consiguieron firmar en su discográfica; y anexa a la invitación, los nombres de los diez artistas. 

10. Drake Johnson. 

No encontré palabras suficientes para maldecir el nuevo puesto de trabajo, a mi jefe, a Allison y al mismo Drake. El universo me estaba jugando una muy mala. Y lo peor es que no podía renunciar, porque algo tendría que hacer, y ese trabajo era lo que le daba estabilidad a mi vida. 

La fiesta tendría lugar en la ciudad contigua, la cual estaba a una hora y media en avión. Que problema. Las náuseas y los mareos no paraban y yo no sabía qué hacer.

El día del vuelo me levanté temprano, recogí mi documentación, reorganicé mi bolsa y mi maleta, me cambié de ropa ocho veces, vomité dos veces y me comí quince mentas. 

Jason pasó a recogerme en la puerta de mi edificio. Durante el trayecto de mi casa al aeropuerto me comí cuatro mentas más y bebí más agua de la que mi vejiga pudo contener, por lo que apenas llegamos a nuestro destino tuve que hacer una parada en el baño. Nos encontramos con Allison unos minutos después. 

Al llegar a la otra ciudad, bajé del avión y sentí mis piernas fallar al pisar tierra firme. En un segundo, todo se volvió negro y sentí un golpe en mi cabeza. Lo siguiente que supe fue que estaba recostada en una cama de sábanas de seda púrpura con una migraña terrible. A mi lado, en la mesa de noche, una bandeja de comida, una botella de agua y una aspirina. 

Me levanté y me dirigí hacia la puerta, la cual abrí de un tirón, y me encontré a Allison con la mano en el aire, a punto de tocar. Me sonrió con calidez. 

–Justo venía a ver si te habías despertado, y a buena hora lo haces. Llevas allí cuatro horas. ¿Te sientes mejor? –asentí. 

–¿Exactamente qué ocurrió?

–Bajando del avión te desmayaste de la nada y te golpeaste la cabeza contra la barandilla del pasillo. Jason tuvo que cargar contigo todo el trayecto hacia el taxi y luego todo el trayecto hasta acá. –hice una mueca de vergüenza. Ella sonrió divertida. –Pero tranquila, parece que eso no fue nada para él. Está muy preocupado, se alegrará de ver que estás bien. 

Solo en ese momento, me fijé en su vestimenta. Llevaba un vestido rojo suelto hasta las rodillas y unos tacones negros. –¿Qué hora es? ¿Por qué estás tan arreglada?

–Oh, cierto. Son las seis, nosotras debemos estar un poco antes en el lugar, así que te recomiendo que comas y te arregles. Pasaré por ti en una hora, ¿Vale? No olvides tomar esa aspirina. –fruncí el ceño. –¿Qué? ¿No puedes tomar aspirinas? ¿Estás embarazada? –abrí los ojos con sorpresa y ella me miró con expresión sorprendida. –Oh dios, ¿Estás...? 

Asentí. –Unas cuatro o cinco semanas, y este niño me está intentando asesinar. –Allison empezó a reír escandalosamente. 

–¡Oye, es increíble! ¡Felicidades! Bueno, debo correr. Intenta comer algo. –me guiñó un ojo y efectivamente corrió por el pasillo. 

Me interné en mi habitación para empezar a prepararme. Saqué de mi maleta un vestido negro sin hombros y un par de tacones del mismo color. En veinte minutos me encontraba vestida, maquillada y peinada. Mi cabello naranja y rizado estaba recogido en una media cola y en mi cara se lucía un maquillaje muy sutil. Decidí salir a dar una vuelta por los pasillos, y cerrando la puerta de mi habitación... Ahí lo vi. Y otra vez no pude conseguir palabras suficientes para maldecirlo. 

Lucía un pantalón beige perfectamente ajustado a sus piernas, una camisa de botones blanca un poco abierta y un blazer también beige. Las mangas de sus prendas se envolvían perfecto en sus extremidades, haciendo notar cada músculo de su cuerpo. Se veía más alto, su piel más dorada y más brillante que nunca, su cabello perfectamente peinado, y sus ojos... Esos ojos que me hacían flaquear se veían brillantes de los nervios. Su perfume llegó a mi nariz y sentí mi corazón acelerarse.

Nos detuvimos allí, en aquel pasillo, mirándonos. Sonrió con coquetería y comenzó a acercarse.

–Mia, ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí?... –me observó de arriba a abajo y volvió al contacto visual, pude notar sus pupilas muy dilatadas. –Estás impresionante. 

–E-estoy aquí por trabajo.

–¿Ah sí? ¿Eres organizadora de la fiesta?

–Más que eso... Soy asistente de la fotógrafa. –y hablando de la reina de Roma, Allison se acercaba a paso apresurado por el pasillo. 

–¡Mia! ¿Estás lista? ¡Estás despampanante chica! Aún no te luce la panza, que adorable.

La palabra "panza" descolocó a Drake. Pude ver el claro interrogante en su rostro. 

–Allison, este es Drake. Drake, esta es Allison, la fotógrafa. 

–Oh, esta es una de las nuevas estrellas, ¿Cierto? ¿Se conocían? ¿Él es el papá? 

–¿Cómo? ¿Papá? –frunció el ceño y sentí mi rostro volverse totalmente rojo. Fulminé a Allison con los ojos. 

–Oh... Pensé que él... Ustedes... Oh... Lo siento, vale... Mia, en quince en la sala de eventos. –asentí y volví la mirada a Drake. 

–¿Papá de quién? 

–Bueno, de quién más sino de mi hijo. 

Su cara se puso de todos los colores, y cuando menos lo esperaba, se desplomó al suelo. 


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⏰ Última actualización: Mar 09, 2018 ⏰

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