El omega grita con fuerza mientras el alfa entra en pánico, corriendo por toda la casa porque no logra encontrar lo que busca, hasta que su omega vuelve a gritar, lanzando miles de maldiciones a él, a su pene y a su calentura.
Tom se apresura a tomar las llaves del auto, la maleta del bebé y salió corriendo sin perder un minuto más, y es que la llegada de su primogénito lo estaba volviendo loco por los nervios y la felicidad.
—¡Imbécil! — gritó el omega desde el segundo nivel —. Tom te juro que si te fuiste te arrancaré el pene cuando te la esté mamando— decía mientras bajaba y escuchaba el frenazo del auto y ve a Tom regresar por él. —. Te odio, eres el peor alfa de este mundo.
—No soy un alfa común, bebé pero ahora no es momento para hablar de eso, ¡Vámonos, Bill! — grita Tom, tomándolo en brazos y subiéndolo al auto.
Los minutos hacia el hospital fueron los más largos para ambos, los dolores de Bill sólo empeoraban y Tom estaba desesperado porque sentía el dolor de su omega, y no podía hacer nada para olvidarlo. En un semáforo, mandó todo a la mierda y si su bebé nacía ahí, lo recibiría, pero primero tenía que tranquilizar a su amor. Se quitó el cinturón de seguridad y fue directo hacia el cuello de Bill, lamiendo la mordida una y otra vez hasta que su omega sólo suspiraba. Amaba el lazo que tenían, ambos se tranquilizaban con ello.
Y por alguna razón, en ese momento recordó el segundo mes de embarazo y como de esta forma lograba calmar a su omega.
Las hormonas del omega comenzaron a volverse locas y con ellas su ánimo cambiaba de forma tan radical que Tom comenzaba a preocuparse aunque sabía que era normal.
Tom apenas llegaba de la oficina porque había sentido ese pinchazo y malestar que le decía que algo en casa estaba muy mal. Y claro que lo estaba. Ese día en especial, el omega lloraba bajo las sábanas de la cama que lo protegían de la realidad. El alfa corrió hacia la habitación que ambos compartían guiado por el olor que comenzaba a volverlo loco, y la escena que encontró le desgarró el corazón.
Sabiendo que su omega lo había sentido llegar se acurrucó a su lado, tomándolo en brazos y besando parte de su rostro que no estaba escondido tras sus manos. Quería llenarlo de cariño, quería que sintiera su amor y hacerle saber que todo estaría bien.
Consiguió quitarle las manos del rostro y pudo ver el reguero que había en su rostro. Se había acostumbrado a verlo ahora sin maquillaje, y no le importaba, seguía siendo hermoso.
—Shhh no llores, bebé — Bill seguía sollozando, aunque más tranquilo por estar en brazos de su alfa —. ¿Qué pasa, amor? — preguntó mientras acariciaba con los labios el dorso de su mano.
Bill tardó un momento para animarse a hablar y cuando al fin lo hizo, su voz se quebró —Seré un terrible padre, Tom — sollozó nuevamente.
—¿Por qué dices eso? — preguntó con cautela el alfa.
—Porque no soy un omega perfecto. No sé cómo ser verdaderamente un omega, cómo ser sumiso, no sé tratar bien a los alfa sólo a ti bebé pero, ¿y si mi bebé se avergüenza de tener un padre como yo? ¿Y si no lo educo bien? Me moriré Tom, si nuestro hijo no me quiere, no quiero nada en la vida. Sólo quiero que tú y él me quieran. — el alfa se quedó pensando en todas las palabras que su bebé soltó y supo que solo no había llegado a esas locas ideas.
—¿Quién te dijo eso, bebé?
—Ria vino a desayunar conmigo — lloró con más fuerza y Tom quiso matarla.
Lo haría, la mataría.
—Amor, estaremos juntos para educar a nuestro hijo y él estará orgulloso de tener a un padre como tú, alguien diferente, un omega que no se deja pisotear por nadie. Yo estoy orgulloso de ti. — las palabras de Tom eran acompañadas de un beso justo en la marca que marcaba su unión. Y de esa forma el omega se logró calmar.
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No es como tú quieras || Omegaverse Toll
FanfictionEl Club Grapain, a nombre de los miembros beta, se complace en invitar a la alta sociedad de Los Ángeles al primer coctel para solteros que se llevará a cabo en el salón campestre ubicado en Mermaid Street a las 15:00 horas por motivo del día de San...