[ 𝘾𝙄𝙉𝘾𝙊 ]

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Era la segunda noche que pasaban en aquella gigantesca mansión, y Felix seguía sin poder dormir tranquilo. Se volteó nuevamente, llevando la vista hacia el chico que dormía plácidamente a su lado. Estaba seguro de que algo ocultaba, ya que el comportamiento de los demás había cambiado después de esa salida a comprar provisiones, y todo se había vuelto extraño para él. Minho, Chan y Seungmin se hallaban tensos, mientras que Changbin sólo sonreía y bromeaba sin prestarles atención.

Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana para quedarse observando la luna por un largo rato. De repente, su mente se llenó de pensamientos intrusivos, y no podía dejar de pensar en una manera de asesinar a su novio. Quizás una buena idea sería tomar una almohada y ahogarlo con ella, o utilizar el cable de la lámpara para asfixiarlo con el mismo.

Había tantas posibilidades, pero no podía elegir una.

Se acercó una vez más a la cama y acarició las sábanas con la yema de los dedos, subiendo lentamente hasta encontrarse con el rostro de su amado. Rozó los labios del peliazul y se detuvo una vez que su mano se posicionó en el cuello del chico. Sin embargo, se arrepintió porque sabía que no era lo suficientemente grande para poder ahorcarlo, y tampoco tenía la fuerza necesaria para lograrlo.

Apartó la mirada hacia un lado y se encontró con una estatuilla de mármol que decoraba la mesa de noche. Podría golpearlo en la cabeza hasta que dejara de moverse. Sonrió ampliamente con tan solo imaginar aquella sangrienta escena, y su juicio volvió, haciéndolo entrar en razón.

Se encerró en el baño rápidamente y apoyó los codos en el lavamanos. Estaba aterrado; esos pensamientos no podían ser suyos. Abrió el grifo, dejando que el agua corriera, y llenó sus manos para empaparse el rostro, intentando recobrar la compostura. Su estómago se retorció al pensar en lo que estaba dispuesto a hacer hace unos minutos atrás.

Levantó la vista hacia el espejo y vio una sombra detrás suyo. Se dio la vuelta velozmente, sintiendo que los latidos de su corazón se iban acelerando con cada segundo que pasaba.

—¡Changbin! —lo llamó nervioso.

No hubo respuesta alguna, y corrió hacia la puerta, pero no lograba abrirla.

—¡Changbin!

Golpeó la madera insistentemente y sintió una respiración cerca del cuello. Ni siquiera tuvo tiempo de voltearse, porque su cuerpo fue aprisionado contra los azulejos del baño. No podía moverse y comenzó a llorar ante la desesperación, temblando aterrorizado. Sentía como si cientos de manos recorrieran cada una de sus extremidades, manteniéndolo inmóvil.

—¡Ayuda! —gritó desesperado, y su voz se desvaneció en ese instante.

Los mechones mojados que le caían por la frente fueron apartados con cuidado para ser colocados detrás de su oreja, y un escalofrío le recorrió la columna vertebral.

—No tengas miedo —un susurro se escuchó.

Un nudo se le formó en la garganta, y aquellas manos se deslizaron por su pecho, logrando voltearlo lentamente. Hyunjin acercó el rostro al cuello del rubio y lo olfateó, mientras su mirada se encontraba fija en el espejo que estaba frente a ellos.

—Nunca lo mencioné, pero adoro el aroma de tu perfume —sonrió, tomándolo del mentón con fuerza y obligándolo a verlo—. Puedo hacer lo que quiera contigo, y eres mío, completamente mío en este momento.

𝘿𝙄𝙀, 𝘿𝙀𝘼𝙍 𝙁𝙀𝙇𝙄𝙓 / 𝙎𝙆𝙕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora