Capitulo 1. Un nuevo vecindario.

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-La llegada de nuevos vecinos siempre es emocionante tal vez podríamos encontrar el amigo que por años podríamos confiar en él, el personaje sospechoso que nunca habla con nadie y que teme notablemente de la policía o el gruñón cascarrabias que prefieres evadir cruzando a la otra acera, definitivamente la calle Italia tendría algo interesante  y eso era algo que iba a descubrir.

Salí del auto con mi libro en mano apenas papá estaciono el auto, por lo que había escuchado entre algunas llamadas la casa ya había sido amueblada y las maletas que teníamos solo debían desempacarse, algo que solo tardaría un par de horas en dado caso.

– ¿Qué te parece la casa, es linda no?-me pregunta papá mientras pone sus manos sobre mis hombros y mira la casa.

-Define linda.-miro de nuevo la casa y volteo un poco la cabeza para mirarlo.

-sé que es un poco más tradicional que la otra casa pero es linda, muy ¿victoriana?-suspira y despeina mi cabello –aun no me acostumbro a tu cabello, de todos los colores ¿Por qué el verde?-

-solo por probar, no es tan malo salir de lo convencional- le respondo un poco cansada de charlar sobre el color de mi cabello una vez más desde hace dos semanas.

-déjala en paz y ayúdame a bajar las maletas- protesta mamá intentando sacar su gran maleta de la cajuela.

Saco del auto mis maletas, son dos pero lo suficientemente livianas para subirlas yo sola al cuarto que de hoy en adelante seria mi habitación. No esta tan mal es bastante grande, las paredes tienen colores cálidos y mi ventana tiene un pequeño asiento incorporado, tal vez sea como para leer o espiar a los vecinos, que por cierto al llegar vi la calle muy solitaria, son los primeros días de los casi tres meses de verano creí que se reflejaría aquí y habría algunos niños o chicos disfrutando de la libertad, pero aparentemente no es el caso.

Termino después de un par de horas de acomodar la ropa dentro de mi armario, pero la verdad sé que apenas no encuentre alguna de mis camisetas favoritas todo volverá a ser un desorden que difícilmente arreglare de nuevo ¿será cierto que las mentes brillantes son desordenadas o solo sería la perfecta excusa para mí?.

Sentada en mi cama mirando fijamente a mis zapatos decido que lo más prudente seria bajar a ver si puedo ayudar en algo a mamá y papá, aunque la verdad espero que ya hayan terminado, "no me juzgues todos los adolescentes somos perezosos a menos que seas algo pretencioso y no, no me importa tu pretenciosa opinión acerca del tema o si tú te levantas a las 6 am a hacer todos tus deberes, aquí eres el lindo lector, de verdad lo aprecio, por favor no me malinterpretes, pero limítate a gozar esta que es mi historia". Me rio para mis adentros mientras bajo las escaleras recordando ese pequeño fragmento de un buen libro que leo cada invierno, llego al living y ahí están mamá y papá sentados en uno de los amplios sofás azul índigo "el azul de las mujeres" dice mamá recordando que eso decían en una vieja serie de su infancia, la verdad es que no quedo nada mal, la abuela le inculco buen gusto a mamá.

-¿te gusta la sala?-mamá me pregunta mientras toma la mano de papá.

-por supuesto- respondo sonriendo –quedo muy linda- termino y me siento en el gran sofá individual.

Mamá y papá sonríen cálidamente, sé que los dos están preocupados porque me sienta cómoda, saben que no es fácil para mí, pero tampoco lo es para ellos. Son cerca de las 7 pm por lo que alcanzo a ver en el reloj de pared, me levanto y me dirijo a la puerta de la casa, apenas tomo el pomo de la puerta escucho la voz de papá preguntando a donde iba y mamá reprimiéndolo argumentando que es sano para el desarrollo de mi personalidad explorar mi entorno por mi cuenta, pero aun así gritando que solo podía salir una hora. Lo sé, tengo tanta libertad, nótese mi sarcasmo.

Camino derecho pasando un par de casas todas al estilo victoriano de la mía, solo cambiando de color con algunos lindos patios y otros...son una pena, me parece raro que no haya personas en esta calle, según decía papa no había índices de delincuencia en esta zona así que el miedo a un asalto no es la razón, tal vez la hora de la cena es más pronto aquí o hay una hora de queda de la que no fuimos informados. Doy media vuelta después de llegar al final de la calle creo que es suficiente aire fresco por hoy, voy pateando una roca por un par de minutos hasta que las risas de un par de chicos me hace levantar la cabeza, vienen en bicicleta un par de gemelos de pelo castaño algo rojizo, por una línea delgada no son pelirrojos, creo que después de todo no soy la única adolescente en la calle y eso me reconforta un poco, más temprano que tarde me acerco a ellos pues están justo en dirección a mi casa, paso casi por al lado de ellos sin hacer contacto visual.

-Lindo cabello-comenta uno de ellos notablemente burlándose de mí.

-muchas gracias, te agradezco el cumplido- volteo y lo miro mientras le contesto.

-no ha sido nada, es todo un placer-me responde retándome a penas me dispongo a seguir mi camino.

-dale, eres todo un caballero- si el sarcasmo fuera una daga se le hubiera clavado en medio de los ojos.

Sigo caminando y me complace no haber tenido otra respuesta por parte suya. Acaso ¿será muy pronto para comenzar a detestar este vecindario?

Camino bastante rápido para llegar a casa lo antes posible, no se cuanto tiempo he pasado afuera ni siquiera tome mi celular antes de salir, no se si ya paso la hora que me dio mama o solo han pasado algunos minutos, como sea prefiero evitar algún sermón el día de hoy. Al abrir la puerta me doy cuenta que toda la casa huele a chocolate caliente, camino al desayunador y ahi esta mamá y papá sentados cada uno con una taza de chocolate y por supuesto hay una también para mi, me siento y tomo la taza pero apenas soplo un poco para enfriarlo alguien toca el timbre.


Martinica Atenas Bamaco.Where stories live. Discover now