2. Sorpresas...

5 0 0
                                    

Desperté con mi rostro lleno de sudor, mi pecho subía y bajaba mientras que mi cabeza parecía que iba a explotar... -Mierda... -puse mi mano en mi pecho y mire la hora. Las cuatro... no iba volver a dormir... aunque el sueño no me hubiese dado miedo como para mantener a alguien despierto para mí era inquietante, se sintió tan real... cada rose, aliento y esa mirada; juraba que había visto esa mirada en otro lugar.

No me había percatado que llevaba aún los audífonos sino fuera por esa canción, ya la había escuchado en mi computador... ahora en mi teléfono. Tome mi celular y observe la pantalla.

Título desconocido. Artista desconocido. Álbum desconocido. Año desconocido.

Esto era cada vez más perturbador aunque debo admitir que la canción si me era algo conocida. Quizás la había escuchado de alguna parte y la guarde, probablemente sea eso, suelo hacer cosas sin darme cuenta.

No iba a dormir, me senté a la orilla de la cama y mire el suelo. Debo estar volviéndome loca, pensé. Quizás era tanta mi desesperación porque mi vida dejase de ser monótona que mi mente ha creado esta clase de situaciones. Vaya que estoy loca.

Mi día pasó con total normalidad nada fuera de lo común, agradecía que todo volviese a la normalidad. O al menos así lo sentía en la escuela.

-Ángela, ¿es cierto? –me gire sobresaltada por quien me estaba llamando, Evelyn Jones, alguna vez fuimos amigas... hasta que se le subió a la cabeza lo de ser animadora, en verdad lo hacía bien pero no era para tanto, es decir, si era linda y todo eso pero ¿dónde quedo la humildad? En la basura por supuesto.

-Es cierto... ¿qué? –pregunte confundida, la verdad no solía prestarle mucha atención a lo que decía.

-Que Damian vuelve a la ciudad –se giró a su grupo y comenzaron a reír al unísono.

-¿Damian...? No estoy enterada... -dije confundida.

-No puede ser, o sea, eres su hermana y ni siquiera estas enterada –rio a carcajadas –lo publico en twitter –saco su teléfono y me lo mostró y efectivamente venía un twit de mi hermano dando aviso que volvía.

-Mis padres no han dicho nada... supongo que era una sorpresa... -quito su estúpida sonrisa

-¡Ay! Lo siento, seguramente lo era. Que tonta he sido, pero como lo ha publicado supuse que estabas enterada. Bueno mándale mis saludos ¡por fa! –dijo con un tonó chillón y se fue meneando el trasero.

Dios era tan... idiota. Evelyn cambio tanto, antes no solía darle tanta importancia a la apariencia, bueno si se la daba pero no como ahora, que su cara es más maquillaje que rostro; sacudí mi cabeza y salí de la escuela, comenzó a llover, me puse la capucha del suéter y camine, no pronosticaron lluvia para hoy...

Sentía que el camino a casa se volvía cada vez más largo... -estúpida lluvia –maldije y me puse debajo de un pequeño techo de lona de un puesto, estaba empapada...

-Hey, no insultes a la lluvia, ella no tiene la culpa de tu despiste –me gire extrañada y un chico me observaba divertido.

-¿Así que yo soy la culpable? Que bien, gracias por el detalle. –dije secamente y lo observe detenidamente, era alto como de uno ochenta y algo... algo bronceado y un cabello dorado algo alborotado y esos ojos de un lindo color miel, tierra a Ángela, reacciona.

-Se puede decir que eres la culpable de tu infortunio –sonrió amablemente.

-No eres de por aquí ¿cierto?

-¿Qué me delato? –Pregunto con un tono irónico en su voz y una sonrisa burlona – ¿Acaso fue mi aspecto o mi acento sureño? –dijo este último con el mismo.

Reí y lo miré –pueblo pequeño, ya sabes lo que dicen, nos conocemos todos aquí.

-Ya veo... entonces no fue mi encanto lo que me delato, hum –puso una cara extraña y sonrió.

-Creí que fue tu acento sureño lo que te había delatado...

-Cierto, cierto –sonreía demasiado y me mirada de una forma extraña.

Me lamí los labios y lo mire –Soy...

-No, no lo digas.

Me sobresalto la forma tan brusca en que me interrumpió y lo miro algo defensiva -¿Por qué no?

Pensó antes de hablar –Para mí el nombre es algo tan personal que no se lo digo a cualquiera, el nombre es parte de ti, ¿sabes? Es lo que te identifica, te da tu identidad, tu fuerza. Un nombre lo es todo, solo que las personas no lo saben valorar bien. El nombre tiene tanto poder sobre una persona, además, ¿tus padres no te enseñaron a no hablar con extraños?

-Sí, de alguna forma lo hicieron –sonreí y mire la lluvia, no se disipaba, sacudí mi cabeza. No había de otra, camine un poco pero dudaba no quería mojarme más.

-Toma –extendió una sombrilla negra –evitara que te mojes más de lo que ya estas.

Mire la sombrilla y luego lo mire a él – ¿Me la prestas? ¿Estás seguro? ¿Qué pasara contigo? Te mojarás...

-Yo estaré perfectamente –sonrió ampliamente mientras mostraba unos perfectos dientes brillantes –a diferencia de algunos, no le temo a un poco de lluvia.

Este chico era de lo más extraño, o quizás solo un poco efusivo... Lo más probable es que era eso, nunca había tratado con alguien así. Tomé la sombrilla algo dudosa; no podía dejar de observarlo, él era... tan extraño, sentía que podía ser mi escape de todo este mundo. De esta absurda y aburrida realidad.

-Entonces... ¿cómo te diré? Es decir, tengo que llamarte de alguna forma o ¿no?

Se quedó en silencio, me observaba curioso, de arriba abajo, parecía que quería decir algo pero dudaba en hacerlo. –Tienes razón, ¿cómo esperaré que me recuerdes si no es con un nombre? Así que dime... -de nuevo se quedó en silencio pensando –Dime Cam –dijo sonrientemente.

-¿Cam? Ni siquiera suena a un nombre real...

.Yo nunca dije que te daría mi nombre real o ¿sí? –dijo con una sonrisa burlona, para ser alguien que acabase de conocer me hacía sentir bastante cómoda hablando con él.

-Bueno Cam –dije resaltando ese absurdo apodo –te veré después para devolverte tu sombrilla, adiós

Él sólo sonrió, caminé a su lado pasando tranquilamente bajo la lluvia ahora que tenía que tenía como cubrirme. Había sido bastante extraño esto, pero de alguna forma cambió mi estado de humor, estaba bastante agobiada con la noticia de Damian... Y hablando del diablo... cuando me paré frente al porche de mi casa pude ver ese auto tan llamativo en la acera del porche. A Damian siempre le encantó ser el centro de atención, siempre tenía que serlo. Destacaba en todo lo que se proponía, ya fuera en los estudios, deportes, artes, lo era en todo. Mientras que yo, bueno, yo era algo así como la hija y alumna normal y común. La verdad es que no me importaba mucho destacarme entre los demás. Odiaba que otros me mirasen, siempre buscaban defectos... Aún lo hacen, ya fuera en mi manera de vestir, hablar o inclusive en lo mucho que detesto estar entre demasiada gente.

-¡Angela! –el grito de mi padre me sacó de mis pensamientos, estaba en la puerta de la entrada haciendo señas para que entrará. –Mira nada más como estas, estas toda mojada, pudiste habernos llamado para pasar a recogerte.

-Estoy bien... con suerte no pasará nada, cuando mucho un simple resfrío –me quité mis zapatos y deje la sombrilla en la puerta.

-Ángela, Ángela, cielos, llegaste toda empapada –mi madre hablaba mientras me cubría con una toalla –vas a enfermarte.

-Ya les dije, estaré bien...

-Pero eso no quita el hecho de que nos tenías preocupados –levante la mirada y ahí estaba, mi hermano mayor, de pie frente a mí, me miraba de manera extraña como si viese a una desconocida.

-¿Qué haces tú aquí?     

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 21, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EnlazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora