Las luces volvieron a prenderse, y los ojos le punzaron en las cuencas con parpadeos y luces fugaces a los costados. Por un momento, la cara de Jong Dae se vio borrosa a su vista, como si fuera un reflejo en una superficie acuosa alterada.
—¡La señorita Steklov es tan hermosa! —Jong Dae se sujetaba ambas mejillas con las palmas de las manos, mirando hacia arriba como una colegiala enamorada— ¡Creo que me miró! ¿Viste lo hermoso que lucían sus ojos verdes con negro en el contorno de los párpados? ¡Me muero! Aunque preferiría verla del cisne blanco. Creo que me voy a declarar. ¿Crees que me acepte? No puedo creer que...
Jun Myeon llegó aprisa, interrumpiendo los halagos que salían fluidamente de la lengua de su hermanito. Arrastró a Jong In y a Jong Dae fuera del balcón, pues quería librarse de la mujer coqueta, que había resultado llamarse Rion. Jong Dae protestó en cuanto se vio atrapado en los brazos de Jun Myeon, alegando que quería felicitar a la señorita Steklov por su debut.
—¡Maldición! —exclamó, tomándose de la cabeza y jalando de sus cabellos— ¡Debí de haberle traído flores! ¡Pensará que no soy un caballero!
—Jong Dae, la señorita Steklov tiene veinte años —desaprobó Jong In—; ¿por qué se fijaría en un niñito de trece? Mejor déjala para mí.
—¡Dejen de parlotear y caminen! —Jun Myeon estaba mirando hacia atrás, en busca de su señora acosadora, empujando las espaldas de sus hermanos. Temía que apareciera por cualquier recodo, teniendo que soportarla hasta marcharse.
Afuera del balcón, había una pequeña galería de arte, con enormes pinturas abstractas y esculturas adornando los pilares y los muros. Los familiares de los bailarines estaban alardeando de sus hijos e hijas. También los aficionados daban críticas positivas de la función, admirando las pinturas de colores vivientes con copas de champán espumosa.
—¡Ahí está Lu Han hyung! —Jong Dae señaló al susodicho, quien hablaba con otras personas en un círculo cerrado. Se había tintado el cabello de rubio, y vestía un traje color perla muy elegante— ¡Vamos a saludarlo!
Lu Han era amigo cercano de Min Seok, siendo apenas amable con el resto de los hermanos, no muy íntimos en realidad. Lo más lógico era hacerle una reverencia, intercambiar palabras de cortesía e irse porque así se habían tratado desde muy jóvenes. Pero, al mirar bien, Jong In se percató por qué Jong Dae tenía tanto afán de saludar a Lu Han: la señorita Steklov se encontraba hablando con el círculo de personas que rodeaban al íntimo amigo de Min Seok.
—¡Sí, sí! —intervino Jun Myeon, captando unos segundos antes a Rion parada en un pilar mirando a todas direcciones en busca de él. Unirse a Lu Han era una buena opción— ¡Hay que saludarlo!
Mientras caminaban, Jong Dae iba arrastrando la mandíbula por el suelo, al verse tan sorprendido con presenciar la belleza de la señorita Steklov de cerca. La chica aún llevaba el maquillaje del cisne negro, y su cabello rubio seguía en un moño en lo alto de la cabeza.
—Buenas noches —llegaron saludando, e hicieron una corta reverencia.
Lu Han se mostró confundido, pero de igual manera respondió el saludo, amable y alegremente.
—Quiero presentarles a mi esposa —les dijo, haciendo un ademán con la diestra, y tomando con su mano libre por los hombros a una mujer alta, de cabello increíblemente largo, de ojos rasgados pero a la vez con facciones muy americanizadas—: Dilraba. Mi vida, ellos son hermanos de mi mejor amigo Min Seok.
La mujer en cuestión les saludó con una gran sonrisa, apenas inclinando su cabeza. El vestido beige largo con destellos, shakiras y lentejuelas en la crinolina que llevaba se le ceñía del vientre, dejando lucir una hinchada panza de siete meses de embarazo.