9-Justamente así

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Lo que tú quieres por lo que yo necesito

9- Justamente así.

Kirito la vio alejarse rumbo a las cocinas. Era una suerte que Asuna no percibiera la tensión inicial del ambiente y se retirara a las actividades matutinas del palacio.

Kibaou lo observaba con el rostro completamente inexpresivo. Ya le había revelado el motivo de su visita en territorio undine y no estaba de acuerdo con las intenciones de su rey. Que el principal enemigo del pueblo vigilara de cerca a Asuna se había convertido ahora en su principal aflicción.

¿En qué estaría pensando el Rey al encomendarle a otro lo que se suponía que él mantendría bajo control? ¿Acaso estaría dudando de sus capacidades de dominio sobre las dos princesas?

—Por lo visto sabes cómo mantener esa fiera bajo control.

—Y también sé defender lo que es mío.

Klein posó su mano en el hombro de su comandante cuando percibió que ambos soldados se ponían a la defensiva nuevamente.

—El mensajero aguarda, Kirito.

...

...

Asuna debía llegar cuanto antes al compartimiento del mayordomo para no perder detalles sobre lo que Kibaou discutiría con su esposo.

El rey Eugene le había ordenado al oscuro general vigilar los dominios del reino Undine y en especial a ella. Había visto en los ojos del general spriggan el odio palpable a los de su raza. Y ahora se movía con libertad en sus dominios; de seguro se convertiría en una oscura sombra que la acecharía día y noche.

La tensión entre ambos guerreros, capaz de cortar el aire con su filo, fue notoria incluso para ella.

Sintió sus piernas adormecerse cuando subió el último peldaño de las escaleras y se internó en la cámara secreta, aguardando la llegada de los soldados. Tratando de recuperar el aire apoyó su frente en la débil estructura de madera que separaba la recamara con el salón de guerra.

Pequeñas gotas de sudor cubrieron sus sienes y su pecho subía y bajaba tratando de recobrar el aire y las fuerzas. Demasiadas sensaciones la embargaban, demasiados pensamientos venían a su mente

El recuerdo de aquel sueño aterrador, y la sensación de vacío y terror, explotaron de repente en su pecho. Aun no había hablado con Kirito. No tuvo la oportunidad, pues la llegada del general spriggan le hizo olvidar la angustia que su tío había despertado en ella.

Debía investigar un poco más a su esposo. ¿Pero cómo hacerlo ahora que tendría a Kibaou pisándole los talones?

Kirito.

Se llevo un puño cerrado al pecho. Aun no lograba entender por completo a su esposo. No había dudas de que el honor era el que guiaba su vida. Era fiel a su rey y luchaba con ahínco por causas justas. Pero también era como un cofre lleno de misterios.

Cuando lograba enfadarlo sus ojos grises se tornaban fríos como dos glaciares; se volvía hosco, altanero, indomable y sus palabras eran como un poderoso veneno que le carcomían el corazón. Él sabía la manera exacta de hacerla enfadar con palabras hirientes y actitudes distantes, pero inevitablemente cuando estaba en sus brazos sentía que nada ni nadie podrían dañarla.

La noche anterior, en sus aposentos, prácticamente Kirito le suplicó que confiara en él. Se convirtió en un amante tierno. Había logrado que le confesara abiertamente cuán importante era él para ella, se había entregado nuevamente, incluso rompiendo el propio juramento que se impuso a la mañana siguiente en que la convirtió en su esposa.

Lo que tú quieres por lo que yo Necesito (KiriAsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora