𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟑

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Nᥲrrᥲ Lorᥱᥒᥲ.

—Pues veréis, es que...—Comienzo a contar aquello que ha provocado que arme tanto barullo, y que todas las miradas se fijen en mí.—Ahora que lo pienso, es hasta estúpido. Soñé que el avión se estrellaba contra la Torre Eiffel, y nosotras tres nos quedábamos colgadas, y... Más cosas raras que no consigo recordar bien.

—Ah, está bien. Tranquila que no ha pasado nada.—Me dice Luisa, creo que aún intentando entender mi absurdo sueño.

—No, si eso ya lo veo.—Comienzo a reír un poco, con las mejillas teñidas de rojo puesto que aún tengo pasajeros mirándome.

Por la megafonía del avión se comenzó a escuchar al piloto, quien nos avisó de que este iba a comenzar a aterrizar. Empezaron a notarse ciertas turbulencias y los oídos se me taponaron al instante, como ya era costumbre. Al rato, el avión, tocó suelo bruscamente de un fuerte golpe, e hizo que me rebotara todo el cuerpo. Este fue poco a poco moderando la velocidad hasta que se quedó completamente inmóvil. Todo los pasajeros de mi alrededor comenzaron a aplaudir, y a silbar, cosa que aún y habiendo viajado mucho, sigo sin comprender, ¿Por qué cuando un avión para aplauden? Que alguien me lo explique.

Cogimos nuestro equipaje de mano y nos dirigimos a la salida del avión. Subimos la rampa para llegar al aeropuerto y, ¡Voilà! Ya estábamos en París.

—¡Chicas! Ya estamos en París.—Doy una vuelta sobre mí misma, viendo el enorme aeropuerto.

—¡No jodas!—Dice Luisa, con un "ligero" tono sarcástico.

A la salida, se encontraban los aparcamientos de todos los taxis que se encargaban de trasladar a los pasajeros al hotel correspondiente a cada uno. Nos esperaba un hombre, de mediana edad, algo bajito, con una libreta grande y nuestros nombres apuntados en ella. Nos acercamos y le dimos las hojas en las que salía toda la información del viaje, y en las que se mostraba nuestra documentación para verificar que éramos nosotras. Nos aceptó y nos llevó hasta una furgoneta, una Mercedes Vito Tourer, de color gris oscuro. He de admitir que era preciosa. Nos montamos en ella, con las maletas ya en el maletero y nos llevó hasta el hotel en el que nos íbamos a alojar. El viaje fue de más o menos 1 hora, me dio tiempo a cargar el móvil, gracias a los compartimentos para cargar que venían a cada esquina de todos los asientos, y a planificar un poco el cómo iba a ser la jornada de hoy. La furgoneta nos llevó hasta la mismísima puerta del hotel, entramos hasta la recepción, y nos paramos frente al mostrador, para que nos asignasen una habitación.

𝑵𝒐𝒕𝒂

Tened en cuenta que la historia no la voy a redactar en francés, ya que yo no sé más que dos palabra en francés (aún y viviendo en frontera), y no me apetece hacerla en francés, como es obvio, ya que no entenderíais.
Pero que sepáis que allí hablan en francés.
Gracias por la atención. Sigan leyendo.

—Bonjour, ¿Qué tal?—Me pregunta una mujer aparentemente agradable que se encuentra en la recepción, mientras me sonríe.

—Bien, bien.—Le devuelvo la misma sonrisa.

—Bueno, pues bienvenidas, al hotel "Sequoia Lodge Hotel". Vuestra habitación es la 239, 3 adultos ¿cierto?—Pregunta revisando nuestros papeles.

—Sí, tres adultos...—Dice Daniela no muy convencida.

—Vale, tomad.—La mujer extiende su mano, y nos ofrece una tarjeta de plástico.— Esta es la llave para abrir la puerta. Y...—Comienza a rebuscar por debajo del mostrador.—Aquí tenéis también, un mapa del parque junto al hotel y los horarios de los autobuses. Espero que lo pasen bien.—Extiende su mano una segunda vez para darnos el mapa.

El Mejor Viaje - Logan G. [Terminada] 〔 En corrección 〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora