Capítulo 1. Paralelos.

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Londres, Inglaterra.

-Señor Woods-Dijo el hombre uniformado mirando su taza de té humenate.

-Capitán-Respondió el chico. Tenía la mirada tranquila, al igual que como se sentía, pero su postura tan rígida, con  brazos tomados por la espalda y las piernas rectas daban a entender otra. cosa. Algo que odiaba de la institución.

-Su comportamiento en el recinto ha sido  inaceptable. Le hemos dado oportunidades, Woods, no puede negarlo. Pero ¿Ah tomado conciencia? ¿Ha pensado en cómo se siente su familia?-Preguntó mirando a la ventana.

-Soy consciente, capitán-Respondió.  Tenía ganas de explicarle tantas cosas, pero por reglamento, y porque sabía que las mentes encasilladas jamás encontrarían el valor de admitirle la razón a otras personas, sólo respondió como era usual, con frases monosilábicas y casi impertérrito.

-Le tendré que decir, Woods-Su tono... Podía notar que algo de lamentado estaba. Esto iba por buen camino.

Christian Woods, o Señor Wood como era en estos momentos, bajó su cabeza, suspiró y levantó la mirada para poder guardar esta gloriosa imagen dentro de él por toda su eternidad.

-Está usted expulsado del gran ejército de Inglaterra.

Sonrió mientras miraba abajo. "Al fin..." 

POV. Adrián.

Podrá parecer cliché pero, es como me siento: Al fin libre. El regimiento de Inglaterra es uno de los más exigentes del mundo. Combinen eso con un espíritu como el mío: un caos total. Creo que mi cuerpo expele felicidad en este momento, sólo creo. Es que ya no tendré que hacer esos estúpidos trabajos "por la patria", estructuradamente, con límites, uniformes verdes por montos. Masas verdes, en efecto. Sombreros extraños, palabras expresión. Hasta un "te quiero, mamá" podía sonar cruel siendo parte del ejército británico.

-¿Cómo dices, hijo?-Preguntó mi madre.

-Me han expulsado, madre-Conté sentado en la gigante sala de estar de nuestro hogar. Extrañaba ver colores confortables, y mientras decía estas palabras, con mi bolsa de equipaje junto a mí, mi madre ponía su típica cara de susto.

-Todo estará bien. Yo sé que sí.-La tranquilicé. Le di un beso en la frente y caminé a mi cuarto.

.

-Está todo conversado-Dijo mi padre. Vestía nuevamente un traje negro. Y su corbata con raros y excéntricos dibujos.-Hemos convenido con el director de la universidad de América y te aceptará gustoso. Sólo debes elegir tu carrera.

Miré a mi padre.  

Mierda, esto iba a ser difícil. Lo mejor es decirlo rápido.

-Artes-Dije con un tenedor en mi mano, expectante. Mi padre se atragantó con su vino.

Tomó su tiempo, limpió su boca y miró su comida. Luego a mí. Tomé un gran respiro y entonces su mirada se encontró con la mía. 

-No puedo hacer nada contra eso-Una mueca en su cara me demostraba disgusto.

-Espero que ahora seas feliz, hijo mío.

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Los Ángeles, Estados Unidos.

Al otro lado del mundo una chica estaba sentada en medio de la sala de artes. Estaba sentada sobre una mesa antigua y alargada. Muy familiar a ella. Su cabello largo y color chocolate reposaba en la mesa, y sus piernas estaban enredadas entre ellas. No tenía expresión. Suspiraba mientras veía la hora.

-Sólo quince minutos más, señorita Blair-Dijo el profesor, notando su impaciencia.

-Perfecto-Dijo manteniendo la misma pose.

Jamás lo admitirías.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora