El resto de la noche Draco apenas pudo dormir, siempre acompañado de su elfo domestico que parecía ser su único amigo.
En la mañana despertó solo, y arrastrándose salió de su cama. Aquello no era raro Dobby jamás lo acompañaba hasta que despertara por si sus padres entraban a su habitación, cosa imposible).
Miro su amplia cama, siempre odio esa gran cama matrimonial con un gran cobertor de color verde jade y gruesos doseles plateados. No entendía porque tenía que dormir en esa cama siendo que el solo tenía 11 años, a veces despertaba con pesadillas pues pensaba que se hundiría en ella y jamás vería la luz otra vez.
Sacudió su cabeza mientras negaba recordando las palabras de su padre cuando le pidió una cama más pequeña para dormir: "Tu eres un mago sangre pura, esos son solo temores absurdos y como hijo de un largo linaje ancestral mereces lo mejor".
Abrió su ropero buscando que ropa ponerse, pues ese día iría con sus padres a comprar las cosas que necesitaría para ingresar a Hogwarts; estaba realmente feliz, así que escogió su mejor ropa y bajo a desayunar con sus padres.
A cualquiera le parecería que era obvio que un niño perteneciente a una familia de magos estuviera feliz cuando al fin recibió la carta de Hogwarts, pero en el caso de Draco no era así, si bien se encontraba feliz de que al fin aprendería magia, la razón por la que se encontraba más feliz era que ese día sus padres le acompañarían durante todo el día, y eso era todo lo que el siempre deseaba.
--Buenos días, Padre, Madre—saludó el pequeño de 11 años al entrar al comedor sonriendo, sus padres le habían dicho que ya era muy mayor para llamarles "mamá o papá" y aunque eso no le importaba al pequeño, acató su "petición".
--Draco—saludo escuetamente su padre sin levantar la vista de "El Profeta".
Su madre solamente le dedico una breve sonrisa antes de seguir con su desayuno, eso a Draco no le importaba si bien sus comidas jamás estaban llenas de pláticas o risas, ese día sus padres le acompañarían al callejón Diagon, sin excusas ni contratiempos, estarían con el todo el día.
Así que solamente se limitó a sonreír mientras desayunaba lo que sus elfos le servían.
La mañana transcurrió mientras los Malfoy compraban el material de Draco.
Ya habían comprado el caldero (peltre, medida 2), el juego de redomas (de cristal), su telescopio y su balanza de latón.
Pero al final los señores Malfoy prefirieron separarse para "ahorrar tiempo y no tener que estar todo el día fuera de compras".
Draco entro un tanto cabizbajo a la tienda de Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones, en serio quería estar con sus padres, pero al parecer estos tenían una reunión a la que ir en la tarde y bueno...
--¿Hogwarts guapo? –pregunto amable una bruja sonriente y regordeta, vestida de color malva, aquella mujer era Madame Malkin. Aunque la pregunta descoloco un poco a Draco al principio la bruja solamente rio—Tengo muchos aquí últimamente—explico mientras le llevaba al fondo de la tienda y le ponía de pie sobre un escabel, mientras dejaba a una bruja ponerle alfileres en la larga túnica para marcar el largo correcto, pues otro chico entro en ese momento a la tienda y Madame Malkin tuvo que ir a atenderle.
Vio como el chico y Madame Malkin volteaban a verle y la regordeta bruja le guiaba hasta su lado y le colocaba sobre un escabel, deslizándole por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.
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Corazón Sin Elección
FanfictionDraco Malfoy nunca tuvo elección, ni sobre su vida, ni sobre su corazón, ni sobre su muerte. La muerte le tuvo tanta lástima a aquella alma, débil, herida, enferma, sola, que tomo una elección. ¿Qué harías si la muerte te diera una segunda oportunid...