Diario
Hace un momento recordé unas palabras que años atrás nunca te pude decir, tal vez sea estúpida la forma en como hago todo esto y escribo todo lo que recuerde de ti, aun que se que nunca lo podrás leer ni escuchar de mis labios.
Yo se que fui un idiota pero eso no quita lo mucho que te amo aun que ya no estés, recuerdas cuando nació Kuina y Tashigi ambos prometimos cuidarlas y luego yo hice esa estúpida promesa con mi madre.
Fue el peor día de mi vida pero aun así tu estuviste hay y no dejaste que me callera, dijiste que a ella no le gustaría verme así.
Yo ya estaba seguro que lo que sentía por ti era lo que las personas llaman amor, pero era pequeño y según ella un hombre no podía estar con otro hombre esas no eran las leyes que dios había puesto para nosotros.
Pero quien demonios cumple esas leyes, si dios existe y quiere que nosotros seamos felices entonces, no importaría que una mujer se casara con otra mujer o que un hombre estuviera con otro, pero no dios no ama a nadie, solo pone estúpidas reglas con las cuales los seres humanos encontrarán la verdadera felicidad, pero esas son tonterías tu eras mi felicidad, mi vida y ahora eso ya ni siquiera existe.
Ya tampoco como, o salgo de mi cuarto cuando llego de la Universidad, solo quiero estar encerrado sin que me molesten mientras que mi cerebro recorre cada uno de los momentos cuando estuvimos juntos.
Att: Zoro, ya no se que hace Sanji pero por favor ayudame.
________________________En la planta baja de esa enorme casa, por no decir que era una mansión, justamente en la sala se encontraban tres personas intentando, pensar que era mejor hacer , para que Zoro dejara de encerrarse y comenzara a comer, e intentar tener una vida como cualquier persona pero, no encontraban ninguna manera, sabían bastante bien el por que era, y para eso no había cura, ya habían intentado de todo.
Desde presentarle a alguien mas, a lo cual Zoro siempre terminaba siendo demasiado grosero con ellas ya que ninguna de esas mujeres con hermoso cuerpo gracias a crujías bastante costosas, se parecían a su rubio.
Hasta llevarlo a terapia y ni siquiera se dignaba a hablara, solo se quedaba sentado y cerraba los ojos, a lo que el terapeuta, dijo que eso no iba a funcionar si el no cooperaba, y a pesar de todos los regaños provenientes de ambas hermanas y su padre este jamás hacia casó.
Ya llevaba dos semanas sin querer comer o salir de su cuarto, y eso comenzaba a preocupar a todos, ya fuera su familia como lo son sus pocos amigo que el peliverde poseía.
Mientras tanto Zoro solo miraba un pequeño dije que estaba colgado en su pecho, recordando que después de nueve días de la muerte de su madre el había cumplido seis años y su rubio se lo había regalado.
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Era un dos de Noviembre, y para desgracia de dos pequeños uno de cabellera verde y otro de cabellera rubia, estaba nevando, así que ya no podrían salir a pedir dulces o eso creyeron hasta que la tormenta seso, el pequeño moreno comenzó a correr por toda la casa hasta la sala en donde se encontraba su madre, quien carariciaba su abdomen ahora abultado gracias a dos hermosas criaturas que ahora estaban dentro de ella.
-Mami, mami, ya podemos ir a pedir dulces-dijo el pequeño mirando a la mujer esta solo sonrío ante la imperactividad de su hijo pues era la primera vez que se emocionaba con algo de ese tipo, ya que nunca había querido salir de casa y mucho menos en estas épocas.
-claro que si hijo, ve con Sanji y cambien se de ropa-dijo sin cambiar su semblante-aun que no los podre acompañar, ya que tus hermanitas no dejan de moverse y me duele mi espalda, así que tendrás que ir solo con Sanji amor, te parece-el pequeño solo asintió.
Ambos comenzaron a caminar contentos mientras que el pequeño peliverde intentaba sujetar su mano sin poder lograrlo, y es que le daba vergüenza pedirle que le dejara tomar su mano, así que se calló y comenzó a caminar.
Pasaban de casa en casa y a las personas dentro de ellas se les hacía muy lindo verlos así a los pequeños, tan contentos, y algunos que conocían al padre del peliverde, aún más ya que era muy solitario el pequeño.
-Oye Zoro-lo jalo de la orejita de lobo que traia
-Mmm-lo miro a los ojos
-Yo no tengo hermanos, pero te prometo que te ayudaré a cuidarlas muy bien-sonrió seguro el pequeño rubio
-Claro que si-ambos comenzaron a correr bastante felices hacia la casa del peliverde.
Al llegar Zoro subió corriendo al cuarto de su madre con la esperanza de que aún no se durmiera, y que estuviera despierta para que viera sus dulces.
Pero al llegar lo que encontró fue a su madre tirada en el piso con el vestido manchado de sangre, y entro en pánico no sabía que hacer.
-Mami, Mami, Mami, no te mueras, MAMI-comenzo a moverla intentando que la mujer despertara, y abrió solo un poco los ojos
-Bebe, tendrás que hacerte cargo de tus hermanas-le sonrió débilmente
-No, vas a estar bien, eso es seguro, que vas a estar bien-intento engañarse ya que por lo que veía no le quedaba mucho tiempo a su madre, el rubio al ver la escena corrió hacia abajo diciéndole a una sirvienta que llama una ambulancia.
-Solo prométeme una cosa hijo-el niño tomo su mano escuchando sus últimas palabras-Cuando seas grande tendrás una familia, una hermosa mujer y tus hijos-
-Te lo prometo-la mano dejo de apretar la del menor mientras que este lloraba.
No habían pasado ni 10 minutos cuando llegaron los paramédicos, al niño lo sacaron mientras que abrían de inmediato a la madre para ver si podían salvar a ambas niñas y como si de un milagro se tratará ambas estaban vivas.
En el entierro, el rubio solo abrazaba al pequeño moreno que ya no lloraba pero su mirada estaba opaca como si no tuviera vida.
-Te lo prometo-la lo único que susurraba el pequeño
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TE PERDI.....(ZOSAN)
FanfictionBien dicen que nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y Zoro es una de las personas que mas aprendió de ello. Tal vez los recuerdos sean los causantes de sus sufrimiento y tal vez el nunca lo haya entendido hasta ahora