El tiempo pasó bastante rápido, ni si quiera me percaté de la hora que era. Miré el reloj de mi muñeca, las 14:00 PM. Mi tripa comenzó a hacer ruídos extraños alertandome del hambre que tenía. Decidí prepararme el almuerzo y sentarme en el sofá del living-comedor. Opté por encender la televisión y marqué el canal de las noticias.
***
*A LA MAÑANA SIGUIENTE*
Abrí los ojos lentamente, era una mañana de sábado serena. La ciudad de Londres estaba siendo bañada por una lluvia calmada. Me desperté relativamente animada. Con las pintas similares a las de un león, salí de mi habitación y pasé por el pasillo a pasos arrastrados. Rascándome la nuca en muestra de sueño, bajé las escaleras hasta llegar a la cocina. Me cociné unas tostadas con mermelada con un zumo de naranja. Terminé de desayunar y me arreglé. Cogí mis cosas y puse rumbo a los estudios de grabación.
Cuando llegué, visualicé a Niall sentado en una silla, pensativo, con la mirada perdida en algún punto de aquel gran lugar. El reloj marcaba las 11:45 AM. Aún faltaban unos quince minutos para que las grabaciones dieran su comienzo.
—¿En qué piensas? —dije de repente.
Niall se sobresaltó un poco, quizá no esperaba que nadie estuviera allí, ni si quiera se percató de mi presencia al llegar.
—En nada —respondió confuso—. Bueno, en realidad sí. Scarlet, siento tratarte así, pero el dolor cambia a las personas, ¿sabes?
—¿Qué te pasó? —dije curiosa, el me miró con el ceño fruncido—. Tranquilo, puedes confiar en mí.
—No, no... Da igual —dijo haciendo un gesto de importancia nula con la mano—. ¿Qué hora es?
—Las doce menos cinco.
Asintió.
Lo sabía, estaba totalmente convencida de ello. No era él, la forma en la que me trataba me decía que no estaba siendo el mismo, no era el Niall de antes. Sin ni siquiera conocerle lo supe. Me pregunto cuál será su historia, qué hecho amargo habrá hecho que de ser una persona tan buena, se haya convertido en una tan fría y dura; todas las personas más frías y duras que se conocen, fueron una vez tan suaves como el agua, y esa es la tragedia de la vida. Vaya.
***
—Pero, Jack... te amo.
—Yo también te amo, Anne.
Nuestros labios quedaron unidos por un dulce y suave beso.
—¡Corten! —gritó el director.
Nos separamos, Niall me miró un poco confundido, repetí su gesto. Ese beso no fue un simple pico que le das a alguien desconocido un viernes noche con una borrachera del copón, no. Ese beso había sido más que eso. Pero ¿qué? Le miré a los ojos, sus pupilas se dilataron y, aunque no lo viera, sentí que las mías también lo hacían. Café con azul cielo, conectados. De repente, algo en mi cerebro decía que debía apartarme, y eso hice. Él, por coincidencia, hizo lo mismo.
Estuvimos grabando un par de escenas más, y el director quiso poner fin al trabajo por hoy. Fuí a por mis cosas y cuando me iba a marchar, alguien tocó mi hombro. Giré mi vista hacia atrás encontrándome al rubio.
—¿Tienes algo que hacer hoy?
—N-...no, ¿por qué? —dije confusa.
—¿Te gustaría venir a una fiesta esta noche?
¿Una fiesta? A decir verdad, la fiestas nunca me había gustado. No es por ser aburrida, pero la verdad es que prefiero estar sentada en mi sillón con una taza de café en la mano calentandome con la estufa, que estar con cara de asco, incomodidad y molestia viendo como unas putas se lían con unos energúmenos veinteañeros, la verdad. Pero quizá esta fiesta no sería así, quiero decir; una fiesta normal donde la gente se ríe y lo pasa bien. Iría, sí. Iba a hacerlo. Total, todo tiene una prmera vez, ¿no? Emborracharme por una noche me vendría bien para olvidar todo.
—¿Me tomas el pelo? ¡Claro que voy! —vi una alegre sonrisa en sus labios—. Eso es mejor que estar en mi habitáculo, solitaria, pensando en por qué algunas personas son taaaaan gilipollas, mirando la lluvia dramáticamente por la ventana.
Niall rió. Hice lo mismo.
—Está bien —dijo—, te recojo a las 21:00, ¿sí?
—Te esperaré —asentí sonriente.
—Nos vemos, preciosa —dijo dándome un beso en la mejilla. Mi estómago era un zoológico en aquel momento. «¿Qué está pasando?» me preguntaba a mí misma. Lo ignoré.
Retomé mi camino interrumpido por el rubio teñido y me dirigí hacie la salida de los estudios.
—¡Eh, Scarlet! ¿Quieres que te lleve? —preguntó a lo lejos.
—¡No, gracias! ¡Ya voy andando!
—¡Oh, vamos! Dime a la cara que no prefieres ir en coche —me miró desde el interior del edificio.
—PFFFFFFF —suspiré—, está bien, Horan —finalicé convencida.
—Me gusta que me llames Horan —dijo mientras salía de los estudios.
Me abrió la puerta del coche con complejo de caballero, sonreí y me metí dentro del auto.
Los motores arrancaron y emprendimos el camino hacia mi casa.
—¿Sabes dónde vivo? —pregunté.
—Sí, eres mi vecina, ¿lo sabes? —me miró.
—Vaya, no lo sabía.
Estuvimos un minuto en silencio, hasta que decidió romperlo.
—Oye... Scarlet —dijo con la voz temblorosa.
—¿Sí?
—El beso que nos dimos antes... —suspiró.
—¿Qué, beso mal?
Río.
—¡¡No!! Es que...
—Horan, suéltalo ya —dije, me estaba poniendo nerviosa.
—Me sorprende que alguien como yo esté colado por alguien tan impaciente como tú, Usher —frenó, ya habíamos llegado.
—¿Cóm...
No pude terminar la frase ya que unos labios se toparon con los míos de imprevisto, más específicamente los del conductor rubio que estaba a mi lado. Le seguí el beso, aquello era demasiado bueno. Besaba tan bien, de todos los chicos que he besado en mi vida, creo que ninguno superará a este. Pero este beso estaba acompañado por algo más: amor. Mucho amor novato. Un beso de dos enamorados que se besan por primera vez, en esta caso por segunda. Qué irónico.
Nos separamos por falta de aire y nuestras miradas conectaron al instante. Los latidos del corazón los sentía por cada parte de mi cuerpo. «Te estás enamorando de nuevo, estás cayendo de nuevo» me decía mi subconsciente.
—Lamento decir que debo irme, Horan —dije, él aún sostenía mi cintura.
—Es verdad... —dijo simulando estar triste.
—¡No seas tonto! —dije dándole un leve empujón en el hombro— Nos vemos esta noche.
—Cierto —dijo enarcando una ceja— ¡Hasta la noche, Usher! —se despidió sonriente.
—¡Adiós! —dije moviendo la mano viendo como se alejaba.
Suspiré, otra vez. «Y caíste» mi mente no dejaba de repetírmelo.
—¡Cállate! —dije como una estúpida mirando hacia arriba.
Entré en el apartamento.

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Tough love.
Fanfiction«Scarlet Usher era una joven actriz quién le tenía una fobia inmensa a el amor, ni ella sabía el por qué. Un día, la compañía cinematográfica de París, le invita a que protagonice una película, ella sólo había trabajado en series de comedia, por lo...