Prólogo

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Cada madrugada parecía eterna  en una batalla contra mis pensamientos, hasta que me  quedaba dormido después de perder la lucha, y al levantarme, la mañana era tan corta como el primer día de invierno, donde mi corazón se congeló y  jamás se derritió; en las tardes el tiempo era tan efímero como los versos que de tu boca provenían; y en la noche mi alma estaba atada  a las memorias de una triste primavera. 

Esto fue lo que nunca escuchaste: un pedazo de mí. 

 

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Lo que nunca escuchasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora