XV

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Tu cuerpo de alma carece

pues tus miradas  de  papel lucían

y eran más filosas que la más destructiva cuchilla.

Fingías tan bien que todo estaba perfecto

cuando en tu mente tus planes parecían salir de otro universo. 

Nunca quedó duda de la persona que fuiste

a cuantos lastimaste, golpeaste y heriste.

No usaste tus manos

pues no era necesario

cuando tienes el arma más peligrosa

detrás de tus labios. 

 

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