Parte 1 «Lucía»

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"No debí nunca abrirle la puerta", pensó para sus adentros Lucía mientras esperaba aterrada a que el hacha separara su cabeza de su cuello. Era su fin, y lo peor es que en una semana había comprendido que no había ni cielo ni infierno al que ir, que lo siguiente ,después de sentir el doloroso y frío golpe que le propinaria aquella arma tan poco afilada, seria la completa inexistencia.
Pero cuando de fondo, del final del pasillo que era la antesala de aquella mohosa mazmorra, escucho levemente una canción familiar, "Lobo—hombre en París" del grupo La Unión, una sonrisa invadió su rostro.
Lucia soltó un suspiro de alivio, mientras que el ser deforme y apestoso que levantaba el hacha se quedaba atónito al escuchar aquella canción, mirando hacia los lados y buscando en sus horribles compañeros las miradas que le aseguraban que aquello era escuchado por todos los de la sala.
Pero dejemos esta situación para mas adelante, antes de nada, debemos retroceder una semana atrás, cuando aquella muchacha rubia de 20 años solo era una humilde trabajadora de un establecimiento de comida rápida.
Por cierto debo deciros un par de datos antes de seguir, a principios de semana el saldo en la cuenta corriente de Lucía era exactamente de 16'34 euros y su primera mascota fue un pez naranja llamado "Waldo", el cual murió cuando, con cuatro años, nuestra protagonista decidió que quería jugar con el fuera del agua.
Bueno empecemos por el principio.

Lucía nació un diez de noviembre, a las ocho y media de la tarde, tras ocho meses de tranquilo embarazo, pero un buen día decidió que tenía muchas cosas que hacer, que no podía perder el tiempo y vino al mundo. O por lo menos eso le contaba su abuela materna Mercedes cuando la arropaba justo antes de dormir.
Los padres de Lucía eran Domingo López Miranda y María del Carmen Ulrik Francés, si os preguntáis porque su madre tiene ese apellido es por su abuelo, pues la abuela de María del Carmen emigró durante la guerra civil a Alemania y allí conocio a su esposo, del que proviene el apellido Ulrik.
Domingo trabajaba de repartidor de productos lácteos en una gran empresa, lo que hacía que se levantara muy temprano y llegara a su casa bastante tarde y cansado. Por su parte María del Carmen era profesora de autoescuela, lo cual tambien hacia que no pasara mucho tiempo en su casa.
Básicamente Lucía se crió con su abuela Mercedes, pues sus otros abuelos estaban ya fallecidos, lo que hizo que aquella amable señora fuera un gran pilar en la vida de la muchacha.
Buena estudiante, responsable y educada, son solo algunos de los adjetivos con los cuales podría describir a Lucía durante su niñez. No tenía muchos amigos, era callada y reservada, en cambio, tenía gran imaginación y creatividad para alguien de su edad, solía pasarse las tardes entera dibujando sin parar.
Todo fue bien hasta que cumplió 8 años, cuando un jueves cinco de Abril, a las cinco y cuarto de la tarde ,sus padres abrieron la puerta de su casa a toda prisa, entraron y apresuradamente comenzaron a  guardar ropa, comida y varias botellas de agua en dos maletas. Lucía no comprendía que estaba pasando, entonces su abuela la cogió del brazo y rápidamente la encerró en su cuarto, mientras de fondo, se escuchaban las voces de sus padres, que hablaban entre sí muy exaltados.
—Quedate aquí mi niña— Dijo su abuela intentando que la chiquilla no notara el nerviosismo que la invadía— papa y mamá están bien, ahora vengo—
Mercedes salió del cuarto y cerro la puerta tras de sí, lo que hizo que la pequeña y confusa Lucía pegara el oído a la puerta e intentó escuchar lo que fuera se hablaba.
"Sabias que esto pasaría ¡Te lo dije! ¿Ahora que va a pasar?", su abuela levantaba la voz nerviosa mientras le decía esta frase a alguno de sus padres. "Mamá, cuidala bien, todo ha salido mal, cuidala por favor" la voz triste y agobiada de su madre resonó como un susurro tras la puerta.
La niña no sabia si abrir la puerta y preguntar que ocurría, no sabia que hacer, mientras escuchaba detrás de la misma, pero como dije antes, era una chiquilla educada y responsable, y si su abuela le había pedido que se quedara ahí, así lo haría. La puerta se abrió de nuevo, tan rápida y tan abruptamente que casi golpea a Lucía, que se aparto nada mas escuchar el pomo girar.
—¡¿Que pasa mamá?!— la joven y asustada niña solo le dio tiempo a preguntar eso antes de que su madre se arrodillara delante de ella y la abrazara con todas sus fuerzas.
— Mamá y papá deben irse un tiempo Lucía— la voz temblorosa llego a los oidos de la niña ,surcando el corto espacio que separaban los labios de su madre de su sien —la abuela te cuidara hasta que volvamos cariño ¿Vale?— esa última palabra fue la llave que abrió el torrente de lágrimas que empezaron a derramarse por la cara de María del Carmen, las mismas que intento limpiar y ocultar al terminar aquel fuerte abrazo, separándose de su hija para, seguramente, verla por última vez.
El beso en la frente fue rápido pero cálido, Francisco, su padre, instaba a María del Carmen a que terminara aquel momento, tenían prisa, mucha prisa, debian marcharse. Y así fue, no como en las típicas películas e historias que ponen en la tele un sábado veraniego por la tarde, no hubo frases trascendentales, ni objetos familiares que aquellos padres le dieran a su hija, no hubo nada, solo un fugaz adiós, un beso en la frente y una duda que siempre convivía en la cabeza de Lucía con sus demás pensamientos, ¿Porque se fueron para no volver?.
Quizás fue la manera con la que Mercedes evitaba contestar aquella pregunta durante todos los años siguientes, quizás fue que al final aquella niña creció sin ellos y aceptó aquella situación, o quizás durante aquellos años surgieron demasiadas complicaciones para perder el tiempo preguntándose el porque aquellas dos personas se fueron así, tan rápido, sin apenas despedirse de ella, al final Lucía termino enterrando aquella duda en lo mas profundo de su ser, y aunque no la olvido, dejo de pensar en ella cada día, cada hora.
Mercedes murió una preciosa tarde de Marzo, diez años después, era una magnífica tarde, el sol brillaba y el clima era bueno, pero para Lucía aquel día era el mas horrible de su vida y a la vez era el día en que todo terminaba, terminaban aquellos tres años, en los cuales Mercedes había caído enferma, la muchacha había dejado de estudiar y había encontrado trabajo en una frutería cercana a su casa. Su abuela murió tranquila, mientras dormía la siesta, y cuando Lucía la encontró allí tendida, llamó rápidamente a una ambulancia, un acto que fue en vano. Y así la joven Lucía se quedo sola.
Fue de trabajo en trabajo, la casa, que era de su abuela, se la quedo el banco, se vio en la calle, vivió en cinco habitaciones diferentes de cinco pisos de alquiler diferentes, y el los dos años siguientes solo consiguió tres cosas.
Su asqueroso trabajo en un establecimiento de comida rápida y conocer a Marcos y a David. El primero es su compañero de trabajo, un chico alto, delgado, palido de piel y bastante agraciado, si no fuera porque es homosexual seguramente Lucía hubiera terminado localmente enamorada de el, al final Marcos y Lucía se hicieron amigos inseparables , además de su compañero de piso, pues entre los dos consiguieron un coqueto piso de dos habitaciones y conviven juntos. A este amigable muchacho le encanta jugar a videojuegos de plataformas, visionar sin parar videos de animales en Internet, los hombres masculinos, es bastante religioso a pesar de su inclinación sexual, tambien le encanta el futbol y escuchar a todo volumen su grupo favorito mientras se ducha.
Y ahora viene la historia de David, el que hizo que todo esto comenzara sin el ni siquiera saberlo. Lucía conoció a David en una fiesta de Navidad que realizaron los jefes de zona de su empresa, aquel muchacho era uno de los responsables de otro establecimiento, y en la cena hubo flechazo. Cuando ambos se dieron cuenta ya llevaban saliendo cerca de seis meses y todo parecía ir viento en popa. Por una vez todo parecía ir bien, trabajo, un gran amigo y compañero, y una pareja que rozaba la perfección. David era guapo, apuesto, inteligente y tenía un sentido del humor genial, además era detallista y buen amante, todo lo que Lucía podía desear. A David le encanta cocinar, le encanta jugar con su perro a la pelota cuando lo lleva al parque, tiene la manía de siempre levantarse con el pie derecho, tambien le encanta canturrear mientras limpia su piso y su comida favorita son las albóndigas en salsa. Se que estos datos pueden parecer vanos e inservibles, pero todo tiene un porque en esta historia.
Y ahora imagina que eres Lucía.
Imagina que un día sales antes del trabajo, vas al centro de la ciudad, intentas ponerte en contacto con tu pareja para ver si quedáis para ir a cenar, no contesta, vas a comprar un par de cosas y entras en una tienda, allí te encuentras con tu pareja David, la cual te mira sorprendido mientras espera fuera de un probador.
—Cariño, ¿Como me queda el vestido? ¿Es muy atrevido para el cumpleaños de tu padre?— dijo una preciosa y delicada muchacha morena que salio del probador con un vestido negro ajustado.
Pero David no dejó de mirar a Lucía mientras esta se giraba, intentando que las lágrimas no brotaran de sus ojos, y con la poca entereza que aquella situacion le brindaba abandonaba el establecimiento.
¿Alguna vez has sentido eso? Ese sentimiento que te agarra fuerte el corazon y parece que va a hacerlo estallar en un segundo, en ese momento Lucía se encontraba inmerso en el.
Seis meses son poco tiempo para confiar en alguien, seis meses es poco tiempo, pero para alguien como ella, que había perdido a todos aquellos que la rodeaban, seis meses son suficientes para que la ilusión y la esperanza aniden en su corazon. Se sentía estúpida, imbécil, traicionada, furiosa, derrotada, sentía como todo se empezaba de nuevo a desmoronar. Cuando se dio cuenta se había bajado del autobús, y subía las escaleras de su bloque de pisos, intentando aguantar el tipo y no romper a llorar. Abrió la puerta , y sin mirar a su compañero se encamino hacia su cuarto, Marcos estaba sentado en el sofá mirándola intrigado y atónito, pues aunque ella no quisiera, su cara reflejaba el momento por el que pasaba. El muchacho se levanto e intento hablar con ella, quería saber que ocurría, la siguió por el pasillo preguntado que pasaba, no valió de nada,  quería estar sola, sola con sus pensamientos.
Se tiro en su cama sin siquiera quitarse la ropa, en plena oscuridad, quería que todo fuera una broma pesada.
En ese momento la rueda de la vida comenzó a girar, todas las piezas necesarias ya estaban colocadas, y el efecto dominó comenzó. Lucía tirada en la cama dejaba que su ira y pesar salieran a borbotones en el llanto que inundaba sus ojos y humedecian sus mejillas, y entonces lo escuchó por primera vez.
Una tenue voz que nunca antes había escuchado dijo su nombre en la oscuridad del cuarto.
«Lucía»
Y aunque al principio pensó que la imaginación le jugaba una mala pasada, aquella voz ronca y seria siguió repitiendo su nombre cada vez mas cerca, hasta que en su oído llego a sentir el susurrante sonido de una respiración que acompañaba una palabra.
«Lucía»
Y así empezo la semana que pondría patas arriba su vida.

Onion World The Black ChainsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora