Parte única.

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Había momentos en que la vida parece pasar en un segundo.

Como el suspiro de la brisa en el cielo, como el eco que resuena en medio de un cañón.

Ocurrió tan rápido que ni siquiera podía recordar cuando ya se encontraba entre aquel pasillo estéril del hospital, donde yacía recostado contra una pared, esperando el momento de saber por qué y cómo había terminado en ese lugar. Los médicos y enfermeras caminaban de un lado a otro, desesperados por llegar a algún sitio, como si aquel lugar apestoso a antisépticos no molestara sus fosas nasales como a él.

Se sentía desorientado, perdido y con el corazón martilleándole de miedo contra su caja torácica. Podía sentir el pesado ambiente de dolor de aquel lugar. Siempre había odiado esos lugares. Entonces, ¿por qué ahora estaba allí? Era inaudito y le irritaba, pero algo dentro de sí no le dejaba moverse de allí, como si estuviera esperando algo que le motivara a hacerlo.

Sus pies estaban cubiertos por unas botas negras, sus piernas por jeans negros, y solo portaba su camiseta, aunque los gélidos vientos de San Petersburgo exigieran que se cubriera mucho más que eso. No tenía un bolso, una billetera, un reloj o algo que le hiciera consciente de lo que le rodeaba; solo podía recordar que iba en camino a reunirse con su mejor amigo, aquel que le había acompañado desde que asistían a clases de ballet juntos, y del que se encontraba perdidamente enamorado, el cual había pedido ver esa misma tarde. Sin embargo, ahora se encontraba en un lugar completamente distinto. ¿Acaso le había pedido reunirse en aquel lugar tan insípido y poco romántico? No. Él podía ser muy reservado y hasta frío en muchas cosas, pero nunca sería capaz de llevarle allí.

Una conmoción llamó su atención, solo para ver a Yuri correr por los pasillos, como si tratara de encontrar algo desesperadamente. Se interpuso en su camino, estirando una mano para que lo mirara. Por unos breves segundos sus ojos esmeraldas se habían fijado en él, haciéndolo detenerse en seco, y aunque le dirigió una sonrisa, esta no fue correspondida. Se extrañó, puesto que no era algo que ocurriera con normalidad. Él siempre le respondía con aquel hermoso sonrojo en sus mejillas y una actitud de rebeldía que le enamoraban; ahora solo había una mirada vacía que se mantenía fija frente a él.

Caminó para acercarse a él, aún con su brazo levantado, pero estaba lejos y sentía que el camino era simplemente eterno. Le llamó un poco fuerte, pero el joven parecía ni siquiera escucharlo, puesto que seguía mirando a todos lados, igual de desorientado que él. Solo alcanzó a murmurar un débil ''Yura" cuando se encontraba corriendo de nuevo hacía él; por un momento sintió que iba a derribarlo al suelo.

Pero pasó algo simplemente inesperado... Tanto, que lo dejó congelado en aquella posición, con los ojos desorbitados por la sorpresa y con el dolor de un aire que sale como si lo hubieras retenido por mucho tiempo. El cuerpo delgado y esbelto le había atravesado. Tan fácil, tan rápido, como si nunca hubiera estado allí. Se dio media vuelta para seguirlo aún en medio del shock. Le llamó, tantas veces que sonaba como una letanía que no era escuchada, y la agonía de una presencia que no era notada.

―¡Necesito saber la ubicación de un paciente con motivo de urgencia! ―exclamó con la voz temblorosa, aquella voz cargada de sentimiento que no recordaba desde que su abuelo había tenido aquel infarto hace unos pocos meses y del que, gracias a Dios, se había salvado.

―¿Podría indicarme el nombre de la persona que busca? ―preguntó con una voz demasiado calma, demasiado tranquila, tanto que pudo ver a su mejor amigo desesperarse aún más.

¿Algún problema con su abuelo de nuevo? ¿Era ese el motivo por el que se encontraban de nuevo en ese lugar tan poco atrayente? Se detuvo a su lado para mirarle, intentando encontrar una respuesta. Pero sus ojos estaban vacíos, nublados por una cortina de dolor...

Gritos del Silencio {Otayuri} {One-Shot}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora