Capitulo 1
-¡Vittare, maldito! Ven acá - la voz desagradable de mi jefa irrumpió en el lugar, las voces que antes se escuchaban inundando el lugar, pararon de pronto, todos se mostraban confundidos por la enorme mujer que había gritado en medio de aquella pizzería - ¡¿Alguien ha visto a Vittare?! - preguntó la mujer de cabello rojizo envuelta en el reglamentario uniforme que nos identificaba como trabajadores.
-Aquí estoy - solté, después de atender a los niños de cara grasosa de la mesa numero uno, dejándole una gran pizza hecha de puros dulces.
Al voltearme, Valentina mi obesa jefa, estaba caminando hacia mí. A menudo vivía preguntándome cómo era posible que Valentina caminara, sus brazos parecían jamones y sus piernas eran el triple de gruesas. Parecía matemáticamente imposible que una simple mujer pudiera cargar con tanto peso.
- Con que ahí estás, despreciable rata - me dijo, desgraciadamente, se acercó lo suficiente como para que su aliento hediondo a aros de ajo llegara a mi nariz, sabía que no tenía que mostrarme repugnado, pero no lo pude evitar y arrugué la nariz - Vittare, imbécil, se suponía que debías estar vigilando los hornos y estás aquí afuera. Ahora todas las pizzas se han quemado, estás despedido.
Las ultimas dos palabras me hicieron sentir un poco mal, tenía a mi abuelo en casa y debía tener ese dinero, era el tercer trabajo del que me botaban en este mes. Pero no dejaría esto así, no podía dejar que la hipopótamo se llevara mis ganancias y también mi dignidad, despidiéndome así delante de toda esa gente.
-¿Estás segura? - y solté la bandeja, habían sido tres días muy largos aguantando sus insultos y comentarios narcisistas. Estaba harto de que nadie le dijese nada por ser la dueña del lugar.
Todos estaban expectantes a nuestra discusión, hasta los trabajadores habían salido de sus puestos para ver qué ocurría. El único ruido que se podía escuchar era el llanto de un irritado bebé en la mesa quince, los demás permanecían callados.
Valentina me miró algo asombrada o irritada, en su mirada había cierta pizca de ira y se le notaba el placer que sentía al hacer sufrir a alguien.
-Por supuesto que estoy segura, imbécil. Has dañado doce ordenes, no sirves para limpiar y a menudo llegas tarde, eres un fracaso- cada vez que abría la boca, se veían hilos de baba y partículas minúsculas de lo que se había comido en el almuerzo.
«Eres un fracaso» al oír esas palabras, la sangre me hirvió.
- ¿Estás segura de que el fracaso aquí soy yo? Porque no soy yo quien tiene el aliento de un muerto en plena descomposición, no soy yo, quién tiene como hobbie vivir comiendo aros de ajo y hacer sufrir a los demás para olvidarse de que su esposo la engaña - Solté histérico, ya no me callaría nada, se merecía cada palabra.
En la cara de valentina hubo cierto destello de dolor cuando mencioné a su traicionero esposo.
- ¡Te me vas, largo, no te quiero aquí, fuera! - volvió a gritar, parecía loca. Cada vez que agitaba sus brazos, se veían las ondas en su masa corporal, era una gelatina de tamaño industrial.
-No, no me iré hasta me que escuches - le espeté y me paré con firmeza- Tú crees que por parecer un mastodonte de 600kg todos debemos quedarnos callados, y no, no es así. No cuando tenemos que soportar tus hediondos gases, no cuando te vemos comer como cerda, no cuando tenemos que tolerar verte es este horrible uniforme. ¿A quién se le ocurrió? ¿A la patética amante de tu esposo? - me quité la parte de arriba del uniforme y lo tiré en el piso mostrando mi repugnancia- y sabes, gracias por despedirme, ahora no tendré que ver más nunca la verruga peluda que tienes en la papada.- y me dirigí hacia la puerta. Mientras algunos de los comensales se reían de mi cruda opinión.
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The impasse (El punto muerto)
Fantasy"-¿Estás dispuesto a atravesar el infierno solo por venganza y saber la verdad?- asentí en respuesta, la necesidad de sangre se había apoderado de mí, y la furia inundaba todo mi ser." El infierno nunca será tan pequeño como lo pinta o lo imagina la...