Día 1

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Día 1: Confesión Improvisada.

Atsushi ya hacía sentado en una banca en aquel parque, aún recordaba que el mes pasado su maestro había muerto y fue en ese mismo lugar en el que Dazai le consoló y él se permitió llorar.

-Un mes...-había pasado un mes y el seguía sin creerlo. No entendía como la vida de aquel cruel y duro hombre se había desvanecido en cuestión de segundos, pero era cierto, su maestro ya no estaba en este mundo.

Agachó la cabeza y dirigió su mirada al piso. Estaba completamente concentrado pensando en su infancia y su estadía en aquel orfanato. Recordaba cada castigo y cada golpe que le había dado ese despiadado hombre, lo odiaba, claro que lo hacía pero aún así se sentía triste por saber que aquella extraña figura paterna se había desvanecido para siempre.

-De nada sirve el lamentarte por algo que no siente solución. -le dijo una voz que conocía a la perfección. -Te vez patético haciendo eso.

-Akutagawa...-murmuró mientas veía como se sentaba a un lado suyo mas no pelearía con él, no estaba de humor. -Vete.

-Tu no me das órdenes. -fue la única respuesta que obtuvo pero el azabache no le abandonó, se quedó ahí, observando cada detalle de él en silencio.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó el menor después de un rato. A decir verdad, no le incomodaba la compañía del otro pero sí le molestaba el ambiente que los rodeabas. -Si quieres pelear te aviso que hoy no estoy de humor.

Akutagawa dejó escapar un ligero gruñido y se levantó de su lugar.

-No venía a pelear. -aclaró. -Simplemente pasaba por aquí y vi que esa terrible cara de lástima no te queda.

-Ya. -respondió por compromiso sin siquiera desear continuar con aquella conversación.

El moreno se molestó ante aquella actitud y le jaló de la camisa.

-Escúchame bien, tigre. -le amenazó con el puño frente a su cara. -Te he dicho que quites esa cara de lástima, no va contigo.

Atsushi ya no respondió, no quería hacerlo, así que si le pegaban estaba bien para él. En cambio, Akutagawa le soltó y volvió a tomar asiento a su lado, no tenía caso buscar pelea si el otro le ignoraba.

-Tigre. -le llamó en su último intento. -No voy a golpearte hoy, no con ese estúpido estado de ánimo que tienes. -aclaró, a lo que el otro asintió. -Pero a la próxima que te vea así no tendré piedad y poco me importará el que estés triste, ¿está bien?

El aludido asintió pero seguía sin voltear a verle. Desesperado, Akutagawa apretó sus puños y no dudó en nuevamente tomarle por el cuello de la camisa.

-¡Te estoy hablando, idiota! ¿Por qué no me respondes? -le gritó. -Te estoy diciendo que te animes, ¿es mucho pedir?

En ese momento, Atsushi decidió dejar de fingir y permitió que las lágrimas corrieran por sus mejillas, tomando por sorpresa al otro.

-Lo siento. -finalmente se atrevió a hablar. -Es sólo que...

-Es duro perder a tu maestro, ¿no es así? -interrumpió intentando continuar con la platica.

El peli blanco asintió y se limpió las lágrimas.

-Adelante, ríete si quieres. -soltó resignado a que eso le costaría varias burlas mas no recibió ninguna. En cambio, el moreno le ayudo a limpiar sus lágrimas. -Gracias. -murmuró sorprendido ante aquel trato.

Inmediatamente, Akutagawa se levantó, listo para irse pero antes de avanzar le volteó a ver con la misma cara molesta de siempre.

-Tigre, no me agrada ver a la persona que me gusta llorar. Así que a la próxima vez que te vea de esta manera más vale que cambies de expresión o te daré verdaderas razones para llorar. -le amenazó. -¿Quedó claro?

El agente simplemente asintió sin siquiera entender la situación y vio como tras decir eso, el otro chico se marchaba.

¿Eso había sido una confesión? No lo sabía pero Atsushi quería creer que sí.

Shin Soukoku WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora