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CAPÍTULO
DIEZ 

Aún en sus sueños, la Uzumaki podía sentir los labios de Tobirama poseer los suyos con afán. Tan cálidos y sorpresivamente suaves. Recordaba sus grandes manos sostenerle muy firme y mientras su agarre se suavizaba, la presión de su boca sobre la de ella se hacía más natural y por alguna razón, a la rubia le agradó tal sensación. Lo caliente de su aliento y su respiración; la textura de sus labios y lo rústico que él fue. No en el mal sentido. Al contrario de eso. Tan intenso, que le hizo desear más. Todas y cada unas de esas sensaciones incluyendo los acelerados latidos de su corazón, se arremolinaron en su vientre. Y cuando él se alejó, un vacío se apoderó de su ser.

Ese mismo día Tobirama se había marchado. Generalmente dejaba a la viajera en el tiempo bajo la protección de Kagami, pero ésta vez optó por dejarla con Danzō. Dios, ¡qué mal le caía ese sujeto! Desde aquella misión en la que insultó a los shinobi del futuro, lo pasó oficial e irreversiblemente a su lista negra. Claro, no podía negar lo excelente que era en su modo ninja, pero... ¡Le caía mal y punto! Nada que discutir.

Los días siguientes se basaron únicamente en nieve, frío y Danzō. Mientras el Equipo Tobirama estaba en quién sabe qué clase de misión, teniendo días emocionantes, la Uzumaki cuidaba de Tsunade y a su vez era cuidada por el tipo más odioso de todo el mundo.

— ¡Más rápido! —gritó Tsunade, mientras la Uzumaki la sujetaba con fuerza y éstas eran empujadas por la empinada colina de nieve.

El tablón de madera era dirigido por Danzō, quien no estaba para nada de acuerdo con dicha actividad. Sin embargo, fue persuadido por unos manipuladores ojos azules provenientes del futuro y pucheros infantiles.

El trineo improvisado bajaba a mucha velocidad y en un descuido del moreno, soltó la plancha provocando que las chicas rodaran por la colina y chocaran contra una pared de nieve solidificada. Las risas no se hicieron esperar y mientras ellas se carcajeaban, el uniformado llegó corriendo y con rostro de ogro.

— ¡No entreno y trabajo duro para ser niñera! —espetó el shinobi, claramente irritado. Todo el día se la había pasado al lado de las dos hiperactivas chicas.

— Dile eso al Nidaime —replicó Phoenix. Ella tampoco ponía interés en mejorar la relación con su ahora escolta que con suerte sería temporal. 

— No es mi culpa que los mediocres del futuro no sepan ocultar un estúpido jutsu prohibido de los sobrevalorados hijos del Hokage, que francamente debe ser un imbécil y basta notarlo por tu actitud de mocosa pacífica y petulante.

— Puedes meterte conmigo todo lo que quieras. Me da igual —la chica se puso de pie y caminó hacia el moreno—. ¿Y sabes una cosa? Ésta no será la primera ni la última vez que nos insultas, especialmente a mí padre. Pero créeme, cuando se trata de defender a mí familia, puedo ser todo menos pacífica. Así que, ubícate un poco en éste espacio de tiempo y en el futuro. ¿Y quieres que te diga por qué? Porque por tu patética actitud extremista, siempre estarás a la sombra. Tú nunca serás Hokage —no se ocupó en medir sus palabras. Estaba cansada de los constantes insultos y humillaciones de Danzō. Era un ser tóxico, que solo sabía escupir y escupir odio, quejas y malos tratos—. ¿Qué es lo que te molesta de mí? ¿Qué es lo que odias del futuro que te espera? ¿Saber que habrá un tercero y un cuarto Hokage y que ninguno de ellos eres tú? Te lo repito, Danzō Shimura. No te metas con mi familia y con mi gente.

Estar tan lejos de su familia le hizo reconsiderar muchas cosas y reflexionar sobre la relación que llevaba con su familia. Ahora entendía lo importante que esas tres personas, en su vida. Lo significativos que eran todos esos pequeños momentos que quizás antes le parecían ridículos, pero el vivir en carne propia lo que era la soledad le hizo comprender lo afortunada que ella era. No solo porque estaba sin su madre, padre y hermano; su abuela Tsunade y Tobirama vivían y conocían lo que era estar solos. Y, eso le dolía. ¿Por qué no todos podían tener una hermosa familia como la que ella tenía... y no había valorado?

tempus . tobirama senjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora