No es posible comunicarse directamente con un dispositivo electrónico. O sí, es posible, pero para eso hay que aprender el ‘lenguaje’ que estos dispositivos entienden, y con su ayuda construir los comandos que lo hacen funcionar.
Evidentemente, nadie lo hace.
Para solventar este ‘escollo’ se ha ideado crear ‘intermediarios’ que facilitan la tarea, y ocultan gran cantidad de pasos, operaciones y funcionalidades que de otra manera sería tedioso programar. Esos intermediarios son la Aplicaciones Informáticas, o sea el software.
No existe una aplicación informática que nos permita ‘hacer’ todo aquello que deseamos, por lo que existen infinidad de ellas, y cada una ejecuta una única funcionalidad: p.ej. el chat, la navegación por páginas, la reproducción de vídeos, etc.
Lo que hace cada aplicación informática, cómo y cuándo lo hace, depende del/las personas que lo han preparado. Y en este punto es donde el mundo de la informática se vuelve complejo: hay miles de aplicaciones que pueden ejecutar una misma tarea, a su manera, o a veces resulta que una tarea sólo puede ser ejecutada por una aplicación, y entonces cuesta dinero utilizarla.