Ya era la hora de salir. Azucena salió conmigo para presentarme a su hermana. Tiro de una chica alta y muy atractiva, sería su hermana:
-Ai, ¡Azucena que quieres!
No se llevarán muy bien por lo que veo:
-Está es Laura una chica de vuestra edad. ¿Puede salir con vosotros?
Ella me cogio del brazo y me empezó a introducir entre todos ellos, había personas de todas las clases:
-Este es Carlos, ella Carolina, esa Cristina...
A mí se me fue llendo la mirada hacia otro lado y lo vi:
-¡Raúl que haces aquí!
El me miró con cara de asombro y vino hacia nosotras:
-¿Lo conoces?
Claro que lo conocía acaba de estar hace un momento con el:
-Hola Raúl, ¿Cuando has venido?
El ni me miró a la cara, me miró de reojo:
-Vine esta tarde con mis padres y mi hermana.
Acaso se avergonzaba de mi:
-Clarisa cuando quieras nos vamos a donde tú ya sabes.
Ya no sabía lo que pasaba, habíamos pasado de ser mejores amigos y no hablar ni dirigirnos la palabra por un papel con tres palabras, arreglarlo un poco en el viaje y después ni me dirige la mirada.
Ellos se fueron al sitio misterioso y yo me quede con Carolina, le dije lo que acababa de suceder y enseguida dijo:
-Tenemos que ir a espiarlos.
* * *
Al parecer el sitio misterioso era una placita pequeña. Carolina empezó la conversación:
-Hace tiempo que no estábamos aquí.
-Si, cierto.
El le cogio de la mano y puso la sonrisa seductora:
-¿Sabes de lo que tenemos que hablar, no?
-Raúl, no se, en Navidades y Semana Santa estuviste muy distante y eso dolió. Éramos inseparables y después ni me hablaste.
Eso también me pasó a mí con el y sé que duele:
-Lo se, perdóname no sabía lo que hacía, pero siempre te he querido.
Los dos se empezaron a juntar y se dieron un beso, que a mí se me hizo eterno.
Raúl se fue para su casa y Clarisa empezó a caminar hacia nosotras, nos habría descubierto seguro:
-Ya podéis salir del escondrijo.
Carolina y yo nos levantamos a la vez. Cogí el colgante de Raúl, ya que estaba nostálgica de la relaccion. Clarisa me vio el colgante:
-¿Es de tu novio?
-No, de un amigo que decidio acabar nuestra relaccion.
Las dos me dieron un abrazo y al parecer no reconocieron el amuleto de Raúl:
-No te preocupes, se arrepentirá de haber hecho eso.
