Mamá.

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Cada palabra hace que mi cabeza baje un milímetro más. Mis ojos se cristalizan, pero no llego a llorar. Mi expresión se neutraliza, hasta el punto de engañarme a mí misma creyendo que ya no siento nada. Quiero llorar, algo me lo impide.
¿Por qué no puedo ser? ¿Por qué no puedo creer? ¿Por qué me has hundido tanto en la mierda?
Soy escoria, gracias a ti. Cargas tus problemas sobre mí y me haces la responsable de todo. Estoy harta de ti. Quiero hacer locuras mortales, pero no tengo el valor suficiente como para ello.
Si soy una molestia para ti, ¿por qué no simplemente me abandonas? ¿Para qué me creaste?
Tan sólo quiero saber la razón de por qué lo hiciste.
¿Fui un accidente? ¿Me quieres?
Tus problemas no son excusas para tratarme así.
“Esta niña no tiene autoestima” ¡¿Cómo cojones quieres que la tenga si tú eres quien me hace ser así de insegura e infeliz?! ¡¿Nada de lo que hago está bien para ti?! ¡¿Tanto me odias?!
Si te reprocho algo que tú hiciste mal, encima te enfadas. ¡Si yo fuera como tú viviría enfadada siempre!
¡Eres escoria! ¡Te odio!

Desvaríos y desahogos de una servidora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora