Y ahí estabas. Tú. De nuevo. Podía volver a ver tu hermoso rostro. Todas las facciones que me enamoraban. No estaba esa sonrisa que tanto admiraba. Tu típica camiseta amarilla que tanto odiaba. Con tus pantalones vaqueros y esos horribles zapatos, de los cuales tenías mil y sólo usabas tres.
Esta no era la forma de la que quería verte. No quería que fuera la forma en la cual te recordaré. Tus ojos cristalizándose, poco a poco. Lentamente. Mientras tus manos se dirigían a la silla que estaba tirada en el suelo. Estabas en shock. No pensabas que llegaría a este extremo. Pero aquí me ves, mi cuerpo sin vida, balanceándose de lado a lado. Mi horrible expresión de cadáver ahogado. La soga rodeando y apretando mi cuello. Mientras tú.
Mientras tú te arrepientes de todo lo que me hiciste.
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Desvaríos y desahogos de una servidora.
Non-FictionTan sólo te digo que mi psicóloga entró en depresión después de tratarme.