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Devastado y aún sin haber superado el shock, Levi consiguió levantar la mirada del abismo de cincuenta metros a sus pies para dirigirla a Mikasa. No quedaba rastro alguno de la mujer fuerte que solía igualarle, de hecho, parecía a punto de quebrarse. La asiática derrochaba lágrimas y gritos de dolor, manteniendo sus contraídas pupilas fijas en el cuerpo de su hermano. Estaba temblando, tanto que probablemente no pudiera ponerse en pie, y cerraba sus puños clavándose las uñas en la piel, dejando gotear un hilo de sangre.

El capitán se levantó en silencio. Su semblante estaba calmado, como siempre. Le dio la mano a su subordinada para ayudarle.

—¿Ya bajáis? ¿Dónde está Eren? –Hanji preguntó cuando bajaron. El grupo que había comandado junto con Armin ya había vuelto hacía unos minutos. Al ver el sombrío rostro de ambos, sus iris castaños brillaron con preocupación– Levi...

—Te encargo al escuadrón. No estoy de humor, ha muerto la más posible llave para la libertad de la humani...

—No es haber perdido el poder de titán lo que te duele –susurró en su oído, poniendo la mano en su hombro–. No es necesario que me ocultes estas cosas.

A partir de ese momento, Hanji dirigió el grupo, y Levi se evadió completamente del tema. La noticia sobre la muerte de Eren se extendió como un gas venenoso, generando un peligroso cúmulo de dudas.

«¿Cómo recuperaremos el muro María?»

«¿Es posible reparar la brecha en Rose?»

«Ese traidor, seguro que ha fingido su muerte para atacarnos.»

Pero nada de esto llegó a los oídos de Levi. El solo mantuvo su expresión de indiferencia, sin intercambiar palabra alguna con nadie. Ni siquiera la insistencia de Armin logró que el capitán dejara escapar un ápice de tristeza.

Ese mismo día, Hanji decidió encaminar la expedición hacia el sur, adentrándose en María. El azabache no prestó atención a los motivos que expuso,  simplemente se limitó a dar su aprobación. El grupo salió en seguida del pueblo.

Tras atravesar la enorme puerta de madera, Levi se apartó discretamente del resto. Espoleó su caballo para que le llevara con rapidez al lugar donde yacía el cuerpo sin vida de Eren, siendo seguido por algunos reclutas del 104, Mikasa y Armin entre ellos, junto a Jean y Connie, quienes también sufrían la muerte de su compañero.

La imagen que presenciaron era, todo hay que decirlo, hermosa. El viento agitaba las altas briznas de hierba, haciéndolas bailar en la misma dirección. Las flores violetas se desteñían por efecto de los rayos de sol, amortiguados por las nubes grisáceas. El aire olía a lluvia antes de que tan siquiera se presintiese la tormenta.

Y, en medio del idílico prado, descansaba el cuerpo de Eren, con el corazón detenido y la piel fría. Sus labios secos estaban entreabiertos, sus párpados, cerrados, y sus brazos, descansando a ambos lados de su torso. Tumbado como si estuviese durmiendo, pero era imposible olvidar que su sangre ya no recorría sus venas.

Levi se arrodilló a su lado. Era más difícil que nunca contener las lágrimas.

—Iros, por favor –consiguió decir sin que su voz mostrase su verdadera angustia.

Mikasa abrió la boca para responderle, pero se detuvo por un gesto de sus compañeros. Ellos pudieron ver a través de su capitán, pero ella estaba demasiado cegada por el dolor como para hacerlo.

—¿Por qué? –articularon sus labios, dejando escapar su voz rota por el llanto– ¿Por qué no lloras su muerte como hacemos el resto?

Él no respondió inmediatamente. Mordió su labio inferior hasta romperlo con sus dientes, incapaz de contenerse más. Un mido sollozo bastó para avisar a los chicos de su estado, y entre los tres consiguieron convencer a Mikasa de volver.

Cuando se hubieron alejado, Levi por fin fue libre de llorar. Su rostro era la más pura representación del dolor, derramando lágrimas de impotencia, de miedo, de dolor. Llorando no solo por Eren, sino por todo lo acontecido a lo largo de su vida que había ido acumulando. Lloró, gritó, lanzó patadas al aire y clavó sus puños en la tierra. Su mente evocaba una y otra vez el fatídico momento de la caída que separó el alma del castaño de su cuerpo.

Cuando recuperó el control sobre sí mismo, y las dos últimas lágrimas recorrían sus mejillas, partiendo de sus ojos hinchados por el llanto, y sus pulmones sufrían el hipo, causado por sus sollozos, y sus fosas nasales estaban bañadas por el olor del agua salada que lloraba, llevó su propia mano a sus labios. Besó con ternura las yemas de sus dedos, y las bajó hacia los de Eren, besándole sin realmente besarle. El máximo contacto que jamás había tenido con él, y el máximo que podría tener.

Se puso en pie, haciendo el saludo militar.

—Eren Jaeger, la humanidad agradece tus esfuerzos por su liberación, de los cuales yo mismo me encargaré de que sean fructíferos. Tu alma es ahora capaz de descansar, después de la lucha contra los titanes –hizo una pausa. Le había despedido como soldado, pero todavía quedaba algo que decirle–. Eren Jaeger –repitió, cogiendo aire–, te amo.

Dicho esto, y con un hueco en su alma, subió a su caballo y se dirigió al encuentro con la  expedición.

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No podía dormir, y me entraron ganas de escribir owo así que disfrutad de un capítulo escrito a las 3:39 de la mañana ;-; Espero que el sueño no haya afectado a la calidad...

Antes de olvidarme, no serán 4 partes, sino 5. Ya veis, no sé contar :^) #ElRetraso

No sé que más decir, así que a spammear. Tengo en mi perfil fanfics de killing stalking, death note, ao no exorcist y free (más una larga lista de pendientes), espero que los leáis si os gustan estas series :3 -siempre spammeo cuando no sé qué contar, pero es mi fanfic, mis reglas (?-

Votad y comentad :3

Xauu!~

The afterworld [Riren, Ereri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora