Nate POV
Odio la Navidad.
Familias felicidades por aquí y por allá, gente comprando desproporcionadas cantidades de comida, decoraciones en las casas, luces de colores por todos los lados.
Encima en Florida no hace frío ni nieva. Parece una Navidad falsa.
Cuando mi hermana todavía vivía, solíamos celebrarla en familia. Desde entonces mis padres dejaron de hacerme regalos o de poner el árbol de Navidad.
La Navidad ya no es algo feliz y bonito.
Estoy sentado en el sofá de la planta de abajo, con la televisión puesta, sin sonido. No dejan de echar películas ñoñas de Navidad, o pasteladas románticas.
Muerto del aburrimiento.
Noto que vibra mi bolsillo. Saco mi móvil de él y veo un mensaje de Grant.
*Grant*
¿Qué tal vas?
*Yo*
Bien, aquí pasando el rato, ¿Y tú, mucha familia por ahí?
*Grant*
Y más que queda por venir. No sabes la suerte que tienes cabrón, la casa para ti solo.
*Yo*
Mucha suerte.
*Grant*
Pásate si quieres a comer algo, va a sobrar comida como para alimentar a un equipo de fútbol.
*Yo*
No hace falta ya he tomado algo, pero gracias.
*Grant*
Nos vemos.
Desde la noche de Nochebuena, mis amigos han estado invitandome a sus cenas familiares y esas cosas. Claramente no he ido a ninguna.
O bien me invento unas escusa, o simplemente les cuento una mentira.
No me apetece estar rodeado de gente extraña preguntándome que porque estoy en su cena familiar y no en la mía.
Paso.
Prefiero quedarme en casa aunque sea sin hacer nada, por lo menos no tengo que ir dando explicaciones de que mis padres son unos egoístas que solo piensan en ellos mismos.
Empiezo a hacer el tonto con el móvil para distraerme un rato. Veo las fotos que tengo en galería, me instalo algún juego para matar el aburrimiento.
Seguro que acabo desinstalandomelos, pero de momento es lo única diversión que tengo.
Entro en contactos y echo una ojeada a la lista. La mayoría de los nombres son de chicas, de las cuales no me acuerdo cuando o porque las conocí.
De repente dejo de bajar al ver el nombre de Halle.
Desde aquella fiesta no he vuelto ni a verla ni a saber nada de ella.
Por un momento pienso en llamarla, para saber qué tal va y eso, sobre todo después de lo que pasó.
Nunca, jamás en la vida se me había olvidado usar condón.
Jamás de los jamases.
Por eso me asusta tanto estar con ella y dejarme llevar. Lo que hicimos fue lo más íntimo que he hecho en toda mi vida.
Nunca había sido tan cariñoso con nadie, no lo soy con mi familia y menos con una chica.
Me las suelo tirar y cuando me recupero salgo de allí cuanto antes. Nada de dormir juntos o darla un beso de buenas noches.
En cambio con Halle no tengo ni que pensarlo, me sale solo. Cuando la veo llorar hay algo dentro de mi que se rompe y me hace sacar mi lado tierno, el cual no sabía que existía.
No puedo ni creer que en este momento este diciendo todo esto aunque sea en mi subconsciente.
Lo que si tengo claro es que no quiero que se entere nadie de lo que pasó entre nosotros.
Tampoco puedo permitirme otro descuido como el de olvidar usar condón. Cuando estoy con ella no soy consciente de mis actos ni de la tonterías que hago.
No puedo estar con una persona que me debilite cuando estoy a su al rededor.
No es que no pueda, es que no quiero, por mi propio bien voy a intentar mantener las distancias, creo que será lo mejor.
Por un momento sigo debatiendo si debería llamarla o no. Una llamada no puede hacer daño a nadie. Además es mejor eso que hablar en persona.
No quiero arriesgarme a verla y no poder contenerme y besarla.
Me meto en su contacto y doy a la opción de llamar.
Me pongo el teléfono en la oreja y espero a que lo coja.
-¿Quién es?-pregunta alguien, pero no Halle. Tiene voz de hombre.
Por un momento me quedo sin palabras, sin saber que decir. Una rabia me recorre por el cuerpo.
-¿Quién eres tú?-pregunto cabreado.
No debería cabrearme, Halle es libre de hacer lo que quiera.
-No sé, dímelo tú, tu eres el que estás llamando-dice.
-¿Está Halle por ahí?-pregunto amablemente para acabar de hablar con el cuanto antes.
-Pues ahora está en la ducha-dice.
No se quien es este estúpido, pero no entiendo que hace en su casa, cogiendo su teléfono mientras ella se ducha.
-¿Quieres que la diga que has llamado?-pregunta desde la otra línea.
-No, ya la volveré a llamar-digo colgando al instante.
Halle siempre juntándose con chicos, parece que lo hace aposta para provocarme.
No lo está consiguiendo, me digo mentalmente para convencerme.
Supongo que si está llevándose tíos a su casa, significará que ya se siente bien y la pastilla esa ha funcionado.
Aún así me parece muy precipitado, espero que no la cagué. Lo último que necesito es otro susto o tener que pagar un aborto o tener que darles explicaciones a mis padres.
Ya son las once de la noche, y sigo en el mismo sitio de toda la tarde.
Estoy deseando que sea ya sábado.
El sábado es treinta y uno de diciembre, más conocido como año nuevo y es cuando daré la mejor fiesta del año.
Mañana tendré que empezar a ir a comprar confeti, algún adorno, pero sobretodo mucha bebida.
Demasiada bebida, y no me refiero a Fanta o algo de eso.
No.
Estoy hablando de alcohol, igual hasta contrato a alguien que prepare cócteles.
Me gusta superarme cada año, siempre hago algo nuevo. El año pasado contraté a unas camareras vestidas de papá Noel.
Menudo éxito.
Al día siguiente sigue habiendo mucha gente que se queda dormida en cualquier parte de la casa. Como cada año contrato seguratas para que se encarguen de echar a las personas y a gente para que limpie el desastre.
Yo mientras tanto me quedo en mi habitación durmiendo.
Es impresionante lo bien que trabajan, cuando me levanto parece que nunca hubo una fiesta.
Siempre contrato a los mejores.
Estoy deseando que llegue el sábado, no tengo nada mejor que hacer hasta entonces.
Putas Navidades.
Nate en multimedia.
ESTÁS LEYENDO
Eres mi chica
Roman d'amourCapitán del equipo de fútbol, arrogante, creído, mujeriego y lo peor de todo, tremendamente guapo. Nadie se puede resistir a sus encantos. Esa es la perfecta definición de Nate Cox. Halle Brown; una de las chicas más conocida en el instituto, por se...