HOMBRE DE HIERRO

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Era tan sutil,
muy noble,
y un tanto infantil,
seducía a cualquiera.

Siempre adorable,
con una alma dulce
e indomable,
pero nunca traicionera.

Tenía el alma en pedazos,
la mirada perdida,
no se rompián esos lazos,
de tristeza en que vivía.

Se miraba feliz,
pero mentir sabía,
y al no serlo, en verdad,
sólo fingía.

Olvidar era su afición,
recordar no quería, no
pues un personaje de ficción,
enamorarse no debía.

Como un titere,
controlarse no podía,
me encantó,
por él yo moría.

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