CAPITULO I

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COMIENZO DEL FIN

Mientras llovía, bajo esa pesada lluvia de noviembre, corría, mi respiración se agita cada vez más. ¿Miedo? ¿Dolor? ¿Tristeza?

Solo escucho mis pasos sobre el agua, la gente me mira como si fuese un prófugo de la ley sigo corriendo sin parar nada me detiene, pero la duda me invade en ese instante, ¿Qué estoy haciendo?

Olvide de dónde vengo, a dónde voy, ¿por qué corro? ¿Qué motivo tengo para hacerlo?

La verdad, eso fue doloroso, nunca imaginé que terminaría así, ¿hu-huyendo? sí, eso estoy haciendo, huyo de la realidad, -me detengo en seco- mis nervios se hacen notar, también empiezo a sentir lo frío de la lluvia, me provoca escalofríos

No debería huir mi padre siempre lo dijo acepta las cosas como son, nunca dudes de ellas y aprovéchalas al máximo, al final el viejo tiene razón, esos 53 años le han ayudado de mucho, ese cabello combinado de blanco y negro, con un bigote bastante curioso, a decir la verdad

Esta vez, si le haré caso, el señor se lo merece al igual, que queda una de las personas que han estado en ese momento donde ha cambiado, donde se dio el comienzo del fin, ellos verán lo que sucede después de lo que me han hecho, pero ya no jugare a sus juegos ni bajo sus reglas, ahora todos jugarán a mi manera y bajo mis reglas, bajo mis leyes

Conocerán los mejor de mí y lo peor —Joven, no debería estar parado debajo de toda este aguacero, se va a refriar y muy fuerte-me interrumpe una señora- me vuelvo y le sonrió, tiene razón debería dejar de dar lástima aquí parado. Retomo mi camino, pero esta vez, con más calma, mi camiseta azul a rayas y mis pantalón negro, pesan como nunca, gracias a la lluvia.

Llego a la casa y mi mamá me reprocha el haber olvidado la sombrilla en la casa, típico de mamás.

Me quito la ropa mojada, decido bañarme con agua caliente para pensar, el calor invade mi cuerpo poco, los golpes que tengo son cubiertos poco a poco por el calor, se siente agradable puedo pensar en este día tan tan despreciable.

Creo que puedo considerarlo el peor de mi vida, hasta ahora, pero el peor si que lo es. Llevo casi veinte-cinco minutos dentro del baño, mis dedos se arrugan, llevo veinte-cinco minutos pensando lo que sucedió.

Consigo salir, me pongo una ropa seca y caliente, me propongo hacer un café, no le menciono nada a mis papás, aun no, aun no es el momento.

Me dispongo a sentarme a beber el café, un café fuerte y dulce, hace frío y mi perro me hace compañía, mi pequeño Schester, un pastor alemán de 10 años, mi mejor amigo

Pienso en lo que será todo de ahora en adelante, las personas que se quedaran, las que definitivamente sacare a patadas de mi vida, ahora todas jugaran bajo mis reglas, bajo Las Leyes de Apolo.

Las Leyes de ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora