Prologo

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Las manos le temblaban mientras avanzaba por el largo pasillo de la Mansión Smith. Keelan estaba apunto de encontrar a su amada,la hermosa Paulette. Hacia unos cuatro meses desde que no la veía ya que había salido a Londres ha estudiar, y había tenido que dejar el clima áspero de California para poder cumplir su sueño. La depresión había sido tanta que tuvo que dejar los estudios por su salud mental, aunque con la riqueza de su familia le era suficiente.

Seguía caminando mirando al suelo con sus ojos azules verdosos mientras pasaba una mano por su dorado cabello. Cada vez faltaba menos,cada vez la sentía más cerca.

Tomó una fuerte bocanda de aire al llegar a la puerta de la joven,y tocó la puerta.
Adentro se escuchaban algunas risas,estaría con algunas amigas.

Entonces la puerta se abrió dejando a la vista a un chico de su edad que sonreía con la sabana rosa de Paulette en su cintura.

—¿Quieres algo?—preguntó el joven.

Keelan apretó sus dientes, imaginándose lo peor, pero finalmente consiguió que algunas palabras salieran de su boca, sintiendo que aquella voz era ajena a la suya. Mucho más temerosa y frágil.

—¿Y Paulette?

El chico de piel morena río levemente, haciendo que Keelan arqueara una ceja sin entender nada. Fatales escenarios inundaban su mente.
¿Acaso su querida Paulette estaba con otro?

—¿Hablas de mi novia...?

El chico de la sábana no pudo terminar. Los ojos de Kee se aguaron, y estrelló su puño contra la mandíbula del chico.

Salió de allí lo más rápido que pudo, sin importar que Paulette lo estaba siguiendo pidiéndole perdón. La angustia lo estaba comiendo por dentro.
Cerró la puerta de golpe y se dirigió enfadado hacia su coche. Rebusco entre los asientos hasta encontrar una pequeña bolsa con pastillas blancas, sintiendo su sistema despertar tan sólo con acariciar la obertura con sus dedos.

Le había prometido a sus padres que no lo haría. Condujo lejos de allí, hasta una pequeña cala. Dejó el coche aparcado y se sentó en una roca con la bolsa en las manos. Sacó una pastilla y la dejó en su boca, con miedo a enfrentarse a su conciencia en ese momento.
Mierda, empezaba a hacer efecto. Su cerebro se nublaba, así como los pocos pensamientos cuerdos que le quedaban, pero pudo idear algo.

Entonces lo tuvo claro ,iba a recuperar a Paulette,y luego la dejaría,¿había mejor venganza?

Not in drugs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora