Capítulo 3

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Mis manos caían a ambos lados de mi cuerpo, estaban sobre una roca que me permitió apoyarme.
Mi cabeza daba vueltas,y todo parecía diferente.
La droga comenzaba a viajar por mi sangre hasta llegar a todo mi sistema.

Los ojos se iban cerrando por más que luchara por mantenerlos abiertos.
Era feliz.
Me sentía completo.
Yo mismo.
Y todo era gracias a las pequeñas pastillas.
Podía acabar mal.
Pero, ¿qué más da?
A todos les daría igual.

La botella de Vodka amenazaba con caerse de mi mano por el temblequeo.Di un largo trago mientras el líquido ardía bajando por mi garganta a pesar de estar acostumbrado.La droga me hacia débil, y supongo que nunca me libraría de ese sentimiento de ardor.

Me quedé sentando en el borde del acantilado esperando a que el efecto menguara. El aire fresco del mar despejaba mi mente y despeinaba mi cabello. Eran las dos de la mañana. Mi camisa de flores estaba abierta con el collar de la cruz adornando mi cuello.

Había dejado a Paulette sola, pero necesitaba despejarme.

Y yo no estaba sólo.

Un coche rosa palo, o blanco (no me culpéis, no tenía mucho sentidos en orden para saberlo bien) aparcó en la orilla.
De él salió una joven de pelo negro. Iba vestida con un vestido negro de palabra de honor que brillaba a pesar de ser muy sencillo. Se quitó los tacones y empezó a caminar por la orilla ahogando un llanto en suspiros rotos.

Decidí bajar rápidamente de mi lugar para ir con ella, aún con mi estado la alcancé. Puse mi mano en su hombro llamando su atención.Se giró hacia mi y pude verla.

Esperaba un tortazo o una patada baja, es cómo cualquier persona reaccionaría cuando un drogadicto corre hacia ti como alma que lleva el diablo y empieza a tocarte con una sonrisa de zombie.

Aún con los sentidos entumecidos, quedé maravillado con lo que mis ojos encontraron.

Sus ojos eran azules como el mar y su tez era pálida. Tenía los labios pintados de rojo y el rímel corrido cayendo por sus mejillas.

Ella me miró sin entender nada, pero me limité a limpiar sus lágrimas sin que ella pronunciara una palabra. Si le daba tiempo a pensar, ya habría huido.

Abrí la boca y le conté:

—La gente viene aquí a desahogarse, lo veo todas las noches. Gente nueva y vieja con problemas más o menos importantes se lo cuentan a la luna dando un paseo por la orilla. Se ahogan en sus propias lágrimas, gritan incontroladamente pensando que están sólos y no los juzgarán. Veo a gente conocida venir acompañados e irse sólos, veo a gente irse y no volver,pero nunca había visto tal belleza en esta costa abandonada.—susurré mientras agarraba sus manos.—No se la razón por la que estás llorando, pero me encantaría poder ser la solución.

Punto tres, las sustancias adictivas siempre sacan tu lado poeta.

Ella sonrió con mis palabras y me lo propinó con un abrazo.

—Muchas gracias, soy Evangeline.

Era un nombre precioso para un ángel como ella. Aunque me recordó a la luciérnaga de Tiana y el Sapo. Pero decidí no comentarlo para evitar parecer un tonto.

—Yo soy Keelan, y me encantaría formar parte de tu vida.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2019 ⏰

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