Capítulo 2

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Teníamos una cita.
Aquella tarde Paulette iba más hermosa que nunca.

Mi plan iba funcionando y cada vez estaba más enamorada, aunque ya lo estaba antes de empezar esto.

En mi cabeza solo surgían ideas de como hacer que me recordara, como hacerla sufrir.
Ella no merecía estar bien.

O quizás era yo el que no estaba cuerdo.

Lucía un bonito vestido ibicenco blanco y tenía sus largos mechones sobre sus hombros algo mojados.
Al instante, una sonrisa ladeada se dibujó en mis labios.

Empecé a caminar hacia ella,que estaba de espaldas.

Con mis brazos rodeé su cintura pegándola a mi cuerpo, a lo que ella respondió con un salto.
Puso sus manos sobre las mías cuando recuperó el aliento.

—Joder, Kee, que susto me has dado.—murmuró jugando con nuestros dedos.

Reí un poco antes de apoyar mi cabeza en su hombro sin intención de separarme de su cuerpo.

—Te ha encantado.

Ella asintió llevando mi mano a sus labios para besarla.

—Me encantas.

Entonces hice que se girara para quedar enfrente mío. Mis dedos se colaban acariciando sus mechones rebeldes. Sus mejillas se tornaron de un tono rojizo dándole un aspecto incluso más adorable del que solía tener.

Ambas manos se pusieron en sus mejillas y me fui acercando a sus labios besándolos con lentitud y pasión.

Ella siguió el beso colando sus manos por mi camisa, acariciando mi torso.

Ambos sabíamos lo que iba a pasar.

(...)

El cuerpo desnudo de Paulette reposaba en mi pecho. Sus facciones estaban relajadas, a pesar de que seguía regulando su respiración. Sus dedos dibujaban figuras en mi pecho mientras yo la miraba con ternura. Puso sus manos en mi mentón y unimos nuestros labios en un corto beso.

—Echaba de menos esto.—susurró mirando mis ojos.—Eres el hombre con el que quiero pasar el resto de mis días, quiero tener tus ojos verdes en los míos, quiero que seamos algo que la gente recuerde,quiero ser tuya y que tu seas mío, no soportaría separarme nunca de ti, no hay nada de lo que me arrepienta más que de pasar la noche con aquel chico.—sus ojos se aguaron y fruncí el ceño mientras Pau seguía hablando.—Te amo con todo mi corazón, Keelan, siempre lo he echo.

Ahí fue cuando supe que tenía que ser cruel,quería hacerla sufrir hasta que no pudiera más.

Así que tomé aire y susurré sobre sus labios.

—Te amo muchísimo más, Paulette. Te prometo que siempre lo haré.

Y sólo Dios sabe que Keelan nunca cumple sus promesas.

Not in drugs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora