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Amy solía sentarse en lugares altos para ver el cielo. La gran pregunta que rondaba por mi cabeza era «¿porqué?».

—Bueno, Mike, —empezó. — a veces me siento pequeña, increíblemente pequeña. Y estar aquí me lo recuerda. Mira el cielo, no sabría decirte si está cerca o lejos, simplemente está ahí. Pero si puedo decirte que hay millones de planetas y estrellas detrás de todo lo que podemos ver, y es maravilloso, el universo es tan enorme, que nosotros podríamos ser sus hormigas.

Amy se recostó en mi hombro.

—¿Sabes algo? no solamente podemos ser algo pequeño. —Mencioné.

—¿A qué te refieres? —Preguntó intrigada.

—A que nosotros mismos podríamos ser aquel maravilloso y gran universo para las hormigas reales.

—Bueno, todo es cuestión de perspectiva. —Dijo sonriendo.

—Amy... de los dos, ¿quién es la hormiga?

Ella se separó un momento de mí, y me observó con expresión seria.

—Yo pienso que los dos somos el universo.

Se levantó un momento y caminó un poco mientras observaba su alrededor.

—¿Porqué te intentas despreciar? —Preguntó con un tono un poco apagado, pero seguía sonando amable. Ella siempre suena amable.

—No me intentaba despreciar. —Respondí. —Sólo me llegó la duda de quién tenía la perspectiva más grande del otro. —A este paso, me estaba arrepintiendo de todas mis palabras.

—¿Acaso es esto una competencia?

En aquel momento, no podía adivinar si ella estaba enojada. Sonaba tranquila, serena, pero yo recibía sus palabras como si fueran golpes. No respondí nada.

—Oh, cariño. ¿Porqué hay culpa en tu rostro? no te estoy reclamando nada. —Sonrió. —Solo quiero que sepas que, grandes o pequeños, ninguno estará por encima del otro.

Amy me lograba tener totalmente confundido.

¿De alguna manera, ella estaba fuera de sus casillas?

Cosas Que No Deberías HacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora