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Después de aquel tonto enojo, me daba vergüenza seguir a Amy de nuevo. La observaba de lejos, en la escuela, caminando, escribiendo o solamente meditando. Era un ser mágico a quién yo había ofendido por falta de pensar.

Tristemente, este problema había sido a causa de expectativas. La quise como si siempre me fuese a dar la razón, pero la verdad es, que era todo lo contrario. Lo que ella buscaba, era transmitirme su razón.

Intenté llenarme de coraje para hablarle de nuevo, ya que la conocía; no iba a interrumpir mi voto de silencio, por supuesto respeto. Pero pensé, y pensé como ella quería que lo hiciera. Dejé a un lado el miedo, porque ella valía la pena, y yo era un insecto a su lado, aunque ella dijera que éramos iguales. Porque, aunque lo haya dicho antes... ella era maravillosa.

-¿Amy?

Ella volteó. Tenía un rostro relajado.

-Oh, hola Mike. Encantada de verte de nuevo.

Respondí con una sonrisa.

-He venido a pedirte perdón. Perdón por actuar de una manera tan miserable contigo. Eres tan valiosa, y tan pura, que mereces tenerlo todo, más sin embargo, me has elegido a mí. Y yo me siento insignificante de vez en cuando, pero contigo me siento igual de grandioso que tú.

—Querido, calma. Entiendo tu posición. Eso ya pasó, ya se olvidó. Solamente intenta guardar una lección ¿sí? Para eso sirven los problemas; para aprender.

—Necesito que hagamos una promesa. —Respondí. —Promete que mi alma y la tuya estarán conectadas, aún si dejamos de estar juntos.

—Cariño... —Rió, con un toque amoroso. —Si nuestras almas van a estar conectadas, entonces realmente siempre estaremos unidos.

Cosas Que No Deberías HacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora