2

140 9 0
                                    


Odiaba la terapia, detestaba estar en casa, aborrecía la escuela. No había aspecto de mi vida que me gustara, me encargué de arruinarla toda el año pasado. Antes tenía amigos con los que salir, hablar y divertirme, me iba bien en la escuela, sabía lo que quería para mi futuro, incluso tenía una relación estable con mis padres. Era feliz,  pero desde que entré al bachillerato nada fue igual.
Ahora todos me miran como un fenómeno en la escuela, entre los rumores del año pasado y mi visita al hospital, las personas me miraban en los pasillos y se burlaban de mí, los profesores o me tenían asco o compasión.
Trataba de no responsabilizarlo por todo lo que ocurrió, no quería culparlo, sabía que él también estaba asustado, deseaba entenderlo. Sin embargo, en cada ocasión que pensaba en todas las acciones que me llevaron a como soy hoy y a mi intento de suicidio, solo me encontraba con enojo hacia él. Me traiciono, pensé que los dos enfrentaríamos las consecuencias juntos. A veces reflexiono que hubiera hecho yo si pudiese volver en el tiempo, me imagino dejándolo, culpándolo, diciendo que él empezó todo, deslindandome de la situación y exponiéndolo, pero no podía, era incapaz, jamás haría algo así. No era como él. La prueba era que yo soy quien se lleva los golpes, las burlas y los insultos mientras él sigue con su vida como si nada hubiera pasado, porque todos los rumores me apuntaban a mí como el acosador, el enfermo, el maricón que sé obsesión con el chico nuevo y lo beso a la fuerza, yo me lo busque.

-¿no vas a comer?-
-te pareces a mi madre, Mali-
-no tendría que hacerlo, si tú te cuidaras-
Mali era la única amiga que me quedaba, ella siguió conmigo incluso cuando trate de alejarla en repetidas ocasiones. No me forzaba a hablar si no quería, eso me gustaba.

-Sebastián y Oliver están preocupados por ti-

No sabía que contestar a eso, Sebastián sabía todo lo que paso, lo había visto todo, por eso me daba tanto miedo hablarle, porque con él no me podía esconder, me veía como lo que de verdad era. A Oliver igual que a Mali, lo trate mal para alejarlos, con él sí funcionó y eventualmente dejamos de hablarnos, no pensé que se preocuparían por mí, yo ya había salido de sus vidas. No había sido un buen amigo, imaginé que ellos se dejaron de interesar por mí.

-solo prometeme que si ellos te hablan no serás grosero ¿si?-
Asentí
-gracias- parecía animada.

Algunas veces me empujaban muy fuerte contra la pared o casilleros provocándome moretones en los brazos y pecho, al principio solo fue Héctor el que me hostigaba, cuando el rumor de que me había aprovechado de un chico y lo bese a la fuerza se expandió no importaba que tanto lo desmintiera o lo negara, eventualmente se sumaron más personas que buscaban lastimarme. Los que se creían más graciosos me empujaban por los pasillos o me hacían tropezar, otros, a quienes no les atraía la idea de golpearme o empujarme me insultaban o hacían bromas acerca de mí y los demás se reían. Aprendí a pasar inadvertido, para que no me molestaran.

Me despedí de Mali mientras subía las escaleras, su salón estaba en el segundo piso, a mí me tocaba química en la plata baja. Caminaba por un pasillo cuando alguien me empujaron contra una puerta, esta se abrió y yo caí al piso.
-mierda, no te vi- era Noah, detrás de él apreció Héctor. -vamos, te ayudo- me extendió su brazo.
No era idiota, tomaba su mano  y me golpearía en el estómago sacándome el aire, ya había pasado por eso antes, por lo que me trate de levantar por mi cuenta, antes de que me pusiera de pie completamente una patada de Héctor en las costilla me devolvió al suelo.
-mi amigo te ofreció ayuda-
Tomo mi mochila y vacío su contenido sobre mí.
-maricón-

En un principio me defendía, devolvía insultos y golpes, pero mientras estaba en el suelo siendo golpeado por tres chicos que ni siquiera iban en mi escuela lo entendí. No podía con ellos, al tratar de hacerles frente solo los enfadaba más, en algún punto comencé a creen que me merecía los golpes que lo que hice, lo que sentía y quien era estaba mal, me merecía toda la mierda que recibía, no merecía vivir. Era una aberración.

MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora