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Mis padres siempre han sido estrictos conmigo hasta en punto dónde sentía que  era más un proyecto que un hijo, a veces sentía que no me veían como un individuo diferente a ellos e independiente, no consideraban que yo tenía metas, sueños, ideas de quien era o como quería ser. Nunca pensaron que tal vez ya tenía suficiente con todas la expectativas creadas por mi mismo, como para cargar las suyas. Decían que solo me querían verme feliz, que era para que tuviera un futuro mejor, para que logrará lo que yo quisiera, pero no era verdad, querían que fuera feliz siendo lo que ellos esperaban de mí, y en cuanto me salía aunque fuera un poco de lo que ellos consideran bueno o aceptable, se aseguraban de que volviera al camino que ya habían marcado para mi.  No era una sorpresa saber que los desilusione, asesine al hijo que creían tener, todo el trabajo que hice para que pensaran que estaba bien no valió para nada.

No me gustaba ir al psiquiatra, no me gustaba hablar de mis problemas, no me gustaba hablar de mis padres. Pero ya me había acostumbrado, por eso hacía la mayoría con las cosas que me incomodaban, solo las ignoraba. En la consulta de hoy hablamos de mis padres y mi infancia, me sentía una mierda al salir, pero no puede contener la emoción al caminar a casa solo, mis padres habían estado llevándome a todos lados y hoy en al primera vez en dos meses que podía salir son supervisión paterna. Me podía poner los audífonos e ignorar el mundo externo sin que alguien a mi lado me regalará por eso, podía caminar a mi ritmo. Sabía que era una estupidez estar feliz por poder caminar a casa solo, pero era una migaja de independencia que pude recuperar después de dos horas de pelear con mi madre y convencerla que podía ir y venir del psicólogo por mi cuenta. Así que aproveche y lo que normalmente sería una caminata de veinte minutos la convertí en cuarenta minutos a casa.

-Me encanta esta época del año- mi padre conducía.
-la primera vez que traje tu madre al pueblo, se enamoró del paisaje-
-lo sé- hable apoyando mi cabeza contra la ventana con los ojos cerrados.
-estaba nerviosa por conocer a mis padres-
-has contado muchas veces esa historia-
-Antes te encantaba oírla-
No le conteste. Cambié mucho en este último año, pero seguía sin comprender cómo en menos de cinco minutos mi vida pudo irse al carajo, he pasado mucho tiempo pensando qué hubiera pasado. Y si no hubiera ido a la playa, y si en vez de ir a su casa me hubiera ido a la mía, y si no hubiera ido a la cocina, y si él no hubiera aparecido, y si nadie nos hubiera visto. 'Y si' Llegué a odiar esa pequeña frase. Era la posibilidad de una vida que nunca tendré.

En el receso para que no me molestaran me escondía, comía detrás de los laboratorios es un asco lleno de mobiliario abandonado, pero puedo estar solo, a veces veo a un tipo, se sienta lo más alejado de mí, ambos fingimos que el otro no existe. Lo desgastante era lidiar con Mali después, ella quería que permaneciera pegado a ella todo el tiempo, tenía la idea de que si estábamos juntos no me molestarían.

-¿dónde te metiste en el almuerzo?- siempre preguntaba y yo le contestaba los mismo.
-por ahí-


-Te espero a la salida- 
Mali siempre tenía un plan o motivos para hacer algo, fue a buscarme a mi salón cuando las clases terminaron, mi madre le pidió que regresáramos juntos, ya que ninguno de mis padres podía ir por mi, era como un niño pequeño. Antes de tomar el autobús fuimos a la biblioteca porque ella para que regresará un libro, pero se veía nerviosa todo el camino a la billetera. Lo que no vi venir fue que se unieran Sebastián y Oliver, no hable con ellos. De vez en cuando sentía a Sebastián mirándome, sabía que estaba enojado conmigo, lo conocía bien, fuimos mejores amigos desde pequeños, él sabía todo de mí, hasta lo que quería enterrar y que nunca saliera a la luz.
Los cuatro nos hicimos amigos cuando entremos a la preparatoria porque nuestra ruta para volver a casa era casi la misma. Se sentaron cerca de Mali y yo, cuando bajamos todavía teníamos que caminar para llegar a nuestras casa, el ambiente era incómodo y ni siquiera Oliver, que siempre hacia chistes, estaba hablando. Sentía que era mi culpa, si yo no estuviera aquí, ellos podrían reír y hablar como normalmente lo hacían, pero ante mi presencia no sabían que decir. Me sudaban las manos, me estaba empezando a faltar el aire y me sentía mareado, me despedí de Mali con un gesto rápido y salí corriendo. Mi casa era la más lejana, pero los abandoné primero, una vez cerré la puerta me sentí seguro de nuevo, quería encerrarme en mi habitación y llorar, pero aún no tenía puerta, por lo que tuve que reprimir las lágrimas que hacían mi visión borrosa. Fui al teléfono para llamar a Martha y decirle que ya estaba en la casa.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2023 ⏰

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