Caso 4

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Jueves 18:45


Las clases fueron ausentes para mí. No ponía atención a nada, lo cual no era el caso de mis compañeros, ya que me miraban como si yo fuera el asesino.

Triana hablaba con unas chicas que se veían como ella. (Sí, no pude evitar preocuparme por ella) Es decir... Mimadas.

Pero me habló en dos clases, (falta solo un semestre para acabar la preparatoria). La verdad es muy inteligente... Solo parece estúpida para ganar atención, creo.


-Dan, Dan, te estoy hablando.

-¿Ah? -mi hermana me mira un poco molesta

-Que si te vas a poner corbata o un corbatín.

-Corbata... -ella toma una negra con una rosa roja brillante en el centro y empieza a atarla. No puede evitar pensar que es una cuerda... Y está a punto de asesinarme.

-Listo. -termina con un nudo suave, no está apretada. Pero me está matando.

-No deberías ir.

-¿Qué?

-Tú... tú eres demasiado débil para este tipo de cosas.

-¿A qué te refieres? -¿Es tan difícil entender que quiero que se quede porque es muy sensible al mundo real? ¿Lo es?

-¡No deberías ir, Anna! ¡No mereces vivir este tipo de cosas! ¡Eres tan joven e inocente! ¿¡Anna, es tan difícil comprender!? -Ella me mira con ojos llorosos; no pasa ni un segundo antes de que mi madre aparezca en la puerta.

-¿Qué pasa? -mi hermana va corriendo a sus brazos y me mira como un monstruo. Como si yo fuera el asesino. Y yo fuera a quien debería tenerle miedo- Daniel, baja, ya nos vamos.

Ella baja hablándole en voz baja a mi hermana y le da un beso, hasta donde pude ver.

Me quedo hincado con las piernas abiertas hacia los lados, extrañado.


Jueves 19:03


Estoy sentado en una lápida a tres metros del funeral. No me interesa estar de nuevo en algo con estos casos.


-¿Sabes lo que ha estado pasando? -una voz femenina me asusta, me habla, arriba de mí

-¿Qué?

-Que si  sabes lo que ha estado pasando. -es una chica; tiene un copete que le tapa el ojo derecho, un vestido amarillo a cuadros y lo demás es negro, a excepción de su piel que es pálida y las mechas de su cabello que son rojas, casi imperceptibles.

-¿De qué hablas?

-Los asesinatos... Te he visto las dos veces.

-¿Qué? ¿Quién diablos eres?

-Azazel.

-¿Cómo el demonio? -ella asiente inconforme- ¿Cómo me has visto?

-Parecen como... Coincidencias...

En ese momento se escucha un grito agudo, como de película, de una mujer. No somos los únicos que lo escuchan, el orador para y todos miran de donde vino el grito.

-Vamos -toma mi mano y empieza a correr; ademas de ser rápida es ágil; esquiva las tumbas como si fueran obstáculos.

Hay un pequeño lugar que podría ser una pequeña piscina, pero el agua que está ahí es para los floreros de mármol de las tumbas, pero esta vez hay una pequeña diferencia.

El cuerpo de una mujer yace en el centro de espaldas: no hay piel y toda el agua es roja.

Por acto reflejo trato de proteger a las personas a mi alrededor. Pongo un brazo a la altura de la garganta de Azazel y la muevo un poco hacia atrás.

-No -dice- debemos verla. -aparta mi brazo se acerca a la piscina y la sigo.

La voltea de un empujón: La piel pálida de sus manos se vuelve roja.

A pesar de lo que hizo, su cara muestra horror puro.

Sus labios sangran, y parecen tener un labial... Pero es terciopelo. Lo noto al mismo tiempo que ella; lo toca.

-Es... Terciopelo... -dice y lo vuelve a tocar repetidamente y con sumo cuidado- Pero...está hilado. -levanta un poco las costuras; ¿Cómo puede aguantar? -No hay labios abajo -vuelve a poner el pedazo que arrancó donde estaba... Estoy a punto de vomitar cuando la linda y dulce voz de mi hermana dice algo:

-¿Maestra?  -me volteo y veo lo peor: su cara asustada. Ella no debería seguir viendo estas cosas...

-Anna, vuelve con mis padres -la empujo porque no se merece esto, pero se resiste- ¡Anna, ve con mis padres!

-¡No! -se da la vuelta y corre a la piscina, hunde las manos y mueve el cadáver con lágrimas en la cara; estoy a punto de detenerla cuando saca algo:

Una pulsera de plata con una llave. La extiende a mis manos.


Jueves 22:15

Azazel insistió en quedarse con nosotros; no nos quiso dar su dirección. Así que le estoy preparando el sillón de mi habitación.

-¿Dónde vives? -le pregunto un poco molesto mientras golpeo una almohada para hacerla suave.

-Eso no importa. -de reojo veo que se empieza a quitar lo jeans negros que tenía debajo del vestido -lo que importa es lo que pasó hoy. -se empieza a desabrochar el vestido

-¡HEY! ¡Alto, alto, alto! -me tapo los ojos con la mano y le paso una playera- Si te vas a cambiar, hazlo en el baño.

Ella se mete con una cara de exagerada tristeza.

Yo me pongo a anotar todo lo que sé, ella sigue en el baño, busco cosas en Internet, ella sigue en el baño, veo imágenes, ella sigue en el baño, lloro, ella sigue en el baño...



Y no hacemos nada.

morceau de ma mortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora