Angel caminaba rozando las manos contra las enredaderas de su vecina antes de doblar en la esquina para encontrarse con el edificio de apartamentos donde residía.
Suspiró al pensar en lo que fuera que le esperara dentro. La última vez su jarrón favorito de galletas terminó en mil pedazos. Vagamente recuerda todas esas veces donde volvía del trabajo de medio tiempo para lidiar con algún desastre que su pequeña compañera había hecho.
Como la vez donde una camada de cuatro gatitos nació en la alfombre de la sala porque 'Unnie, estaba sola bajo el frío, ¿cómo iba a dejarla ahí?'.
O como aquel día que su ropero terminó en el suelo de su habitación teniendo que comprar un mueble nuevo y algunas prendas ser desechadas simplemente porque 'Es culpa de unnie, no debe poner las gomitas donde yo no las pueda tomar'. Y como molestarse cuando un precioso puchero le derrumbo todas sus murallas.
Tambien estuvo ese suceso de 'Quería hacer batidos rosa para unnie pero la batidora es mala'.
'Quería ayudarle a unnie con la ropa sucia, no sé porque es verde ahora'
'¿Podríamos comprar un nuevo sofá? El que ya teníamos se llenó de pulgas'
'Unnie no debería trabajar tanto y cuidar de Leli'
Lo que más fastidiaba a la morena era tener que escuchar las excusas que muy directamente le culpaban de todo aunque tampoco podía argumentar algo mejor en contra de su pequeña bebé. Esa linda niña que era toda sonrojos y pucheros tiernos.
Suspiró abriendo la puerta principal del edificio donde se había zambullido en sus pensamientos. Caminando pesadamente tomó su camino hasta encontrar la puerta con el número 6.
Por un momento el olor a carne y hogar que desprendía el lugar le dejó atónito, pensando que tal vez se había equivocado de habitación. Pero al echar un vistazo dentro de la cocina todas sus dudas se desvanecieron, dando paso a nuevas.
--¿Leli, pequeña? ¿Estás cocinando?-- exteriorizó sus pensamientos --¿Y sin hacer un incendio?
--Unnie~ Bienvenida-- Un sonrisa pucherosa al voltearse Leslie le comprobó que no estaba soñando. O eso esperaba.
Luego de preguntar varias veces que sucedía o si acaso se encontraba lastimada y sin obtener respuesta alguna se vio frente a una gran mesa rellena de toda esa comida que su favorita era.
Leslie se sentó a su lado. Llamó su atención colocando una mano sobre su hombro y, soltando un gran suspiro, comenzó:
--Sé que soy una molestia a veces, que le doy más gastos de lo que aporto, y más dolores de cabeza que sonrisas,-- Angel iba a interrumpirla, argumentar que no era cierto, pero una manito cubrió su boca-- también sé que soy descuidada y muy infantil, pero, unnie, quiero darle las gracias por aceptarme aquí y soportar los malos ratos que le hago pasar. Hoy cociné lo que sabía que le gusta y fui mucho más cuidadosa en todo.
Sonrisas llenas de alegría y ternura llenaron el antes tenso ambiente, todo como normalmente Angel recordaba.
--Aunque esto no es necesario, te agradezco mucho cariño, eres una compañera genial y no creo que pudiera encontrar a alguien mejor. Sí, es cierto que he invertido más de lo que debería y la tele ya no funciona como antes,-- dejó salir una risa, Leslie encogiéndose en su abrigo --pero me has dado buenos ratos y todo lo pesado y horrible del mundo se me olvida cuando cruzo la puerta de entrada. Te amo y siempre estaré ahí para limpiar tus desastres, cachorra.
Se abrazaron un momento antes de comenzar a comer entre risas y recuerdos de su pasado juntas. No podría molestarse o alejarse de aquella niña, ella por sí sola había ganado su corazón. Y bueno, tal vez la comida influía un poco.
Para Leli♡, mi pequeña bebé, que se ganó mi corazón con unos pocos mensajes y lo rompió con la falta de ellos.
Te quiero, cariño, más de lo que tú crees.