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empezamos a tomarnos de la mano. me tenía más confianza, y no podía con mi sonrisa cuando lo veía tan concentrado escribiendo.

logré convencerlo de que viviéramos en el mismo apartamento.

así cada tarde yo podía verlo, admirar arte de verdad... porque él lo era.

𝙨𝙤𝙡𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora