6:00 Pm - Namjin/Yoonmin

D O S

La puerta comenzó a abrirse lentamente, dejando ver a un hombre alto y con buena postura. Su rostro era inexplicablemente precioso, magnifico. Cualquier mujer caería ante un hombre tan hermoso como él, pero solo SeokJin quedaría cegado por tal belleza.

-Que delicioso huele, Jinnie eres el mejor en la cocina -les daba tanto miedo que esté tan tranquilo, pero lo mejor sería seguir la corriente.

-Hola papá -dijeron Yoongi y Jimin al mismo tiempo. Namjoon los miró con su característica sonrisa, para luego sentarse al lado de Jin.

Estaban a mitad del almuerzo cuando Namjoon pidió más jugo de naranja, Jimin quiso cumplir su petición pero al estar sirviendo el jugo, el vaso de Namjoon se cayó, derramando todo el líquido naranja sobre la comida del mayor.

-¡¿Por qué eres tan inútil?! ¡¡Siempre arruinas todo!! -gritó Namjoon tirando el plato hacia el lado de Jimin, el cual se manchó la remera que tenía puesta con casi toda la salsa que había en el plato de su padre.

Las lágrimas de Jimin no tardaron en aparecer, tenía tanto miedo que quebró en llanto, aun sabiendo que eso empeoraría las cosas.

-Padre, no castigue a Jimin, yo lo empujé por error y pasó todo esto, fue mi culpa -Yoongi no era igual a su padre, y nunca lo sería. El amaba mucho a Jimin como para permitir que lo lastimen, lo amaba tanto que hasta era capaz de sacrificarse con unas simples palabras.

Namjoon se levantó se su asiento, se sacó su cinturón y miró a su hijo mayor con desaprobación.

Escuchó un pequeño sollozo de Jin, como consecuencia lo miró con furia.

-Tu ve sirviéndome otro plato si no quieres que también te golpee -Jin salió caminando con pasos rápidos a la cocina a buscar otro plato y algunas cosas para limpiar el desastre accidental que ocurrió en el comedor-. Y ustedes dos -los dos niños miraron al monstruo que decía ser su padre con miedo, claro que este se notaba más en la cara de Jimin-, se quedan sin comida por el resto del día -anunció para luego tomar del brazo a Yoongi y comenzar a golpearlo con el cinturón en distintas partes de su frágil y pequeño cuerpo.

Siempre que pasaban cosas como esas Jin se sentía una basura por permitir que un hombre que sin duda no valía la pena lo golpeara a él y aún más importante, a sus hijos.

Y como siempre, se volvió a arrepentir de no hacer nada cuando escuchó los gritos de dolor de su hijo mayor.