–Sé que prometí cenar en casa, mamá –Rose decía en el teléfono, mientras Ian seguía concentrado en el camino– pero debo cancelar –esperó un momento y suspiró–. Bien, mañana cenaré con ustedes –escuchó y frunció el ceño–. No, no tengo idea de a dónde fue Marcos ni por qué está con esa actitud –pronunció Rose y colgó al despedirse–. Creo que está pasando por una etapa difícil, mi hermano –comentó, queriendo evitar llegar al punto que quería realmente discutir.
–Entonces tu hermano sí existe –Ian comentó, intentando sonar despreocupado.
–Sí, te dije que existía. Además es mi gemelo, por si lo dudabas.
–¿De verdad? ¡No imagino como hacían tus padres con los dos a la vez!
–Marcos no daba problema alguno –rió Rose, divertida– él siempre fue tranquilo y callado, todo un ejemplo a seguir.
–¿Y tú no? –sonrió levemente.
–No, yo era muy curiosa –se encogió de hombros– lo sigo siendo.
–Sí, te gusta perseguir personas también –sonrió más ampliamente.
–Ah no, eso no es del todo cierto. Y aun así, eres él único que me ha descubierto –se quejó, cruzando los brazos.
–¿Y tu hermano gemelo no te ha descubierto?
Rose resopló e hizo un mohín de fastidio.
–Todo el tiempo, pero es porque ha vivido junto a mí toda la vida. Tiene práctica en ocultar cosas.
Ian estacionó el auto y se sorprendió de lo calmado que se sentía después de haber discutido de trivialidades con Rose. No lo había creído posible, sin embargo con Rose nada era normal, debería acostumbrarse.
–¿Quieres pasar a tomar un café? –ofreció Rose e Ian asintió. Necesitaban hablar.
–Supongo que el café que me debías –Ian colocó la mano suavemente en la base de la espalda de Rose y caminaron hasta el departamento.
–Ian... –Rose se giró hacia él en cuanto cerró la puerta– disculpa, pero no puedo esperar más –él asintió– ¿qué hacía en tu casa ella?
–Era mi ex – esposa –aclaró, aunque sabía que no era necesario. Rose se había dado cuenta, era evidente– Caitlin.
–Lo supuse –comentó en tono bajo Rose– ¿qué quería contigo?
–Fastidiar, como de costumbre –Ian soltó el aire con cansancio– no entiendo por qué no puede dejarme tranquilo.
–Yo sí –dijo Rose. Él la miró–. Yo tampoco podría alejarme de ti, Ian.
Ian sonrió y se acercó para estrecharla en sus brazos. Tomó aire nuevamente y continuó sin ánimo.
–Ha venido por Isabella, según dijo –su tono era de total incredulidad–; después, proclamó que quería recuperar a su familia.
Rose se puso rígida en sus brazos. Cerró los ojos con fuerza, intentando no aferrarse a Ian como si eso fuera a evitar que él decidiera dejarla.
–No la creí, por supuesto –Ian pasó su mano levemente por la espalda de Rose, intentando tranquilizarla–; pero, al parecer, está empeñada en conseguir algo, no sé qué exactamente, sin embargo no me interesa mientras no se acerque a Isabella.
–Lo entiendo –Rose murmuró suspirando– ¿la quiere ver?
–De hecho, no –su voz se endureció–. Amenazó con llevársela.
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Alguien como tú (Italia #8)
RomanceRose Ferraz odiaba sentirse intrigada y aburrida. Eran dos de las peores cosas que podían sucederle, así que decidió espiar a su gemelo Marcos (para dejar de estar intrigada) y cuando lo perdió de vista, encontró que espiar a los demás era divertido...