5/hasta que estes bien*

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—Estaba desesperado, no aguantaba la espera. el puto doctor no llegaba y mis nervios me querían traicionar, estaba dando vueltas en círculos mientras Alexander estaba con la chica en la cama.

Dios... ¿como puede estar tan tranquilo?

Miraba la hora una y otra vez, decidí sentarme en el sofá a mirar como ese imbécil de Alexander acariciaba la cara de Michella, okey, buena esa, ese es mi puto y maldito papel.

Unos minutos después el doctor estaba aquí, y realmente no se lo que hizo pero la despertó.

¿Como?... Ni idea.

Nos pidió a los dos que saliéramos del cuarto, hicimos lo que dijo, yo estaba nervioso, he matado a muchas personas, pero ella no tenía nada que ver, como explicarlo... Me sentiría mal saber que mate a alguien inocente... Que, nunca tuvo que ver con mi maldita guerra, ella no estaba en mi lista negra y las reglas son, solo eliminar a los enlistados.

por lo menos así lo veo yo.

* * *

—Ya sacamos gran parte del líquido de su cuerpo, pero eso no impide que no tenga la misma movilidad que antes, lo más conveniente sería que permanezca en cama, que no haga esfuerzos ni nada por el estilo, el líquido restante no es dañino para su salud y saldrá solo, así que, guardar reposo es lo mejor —dijo el doctor mientras recogía sus instrumentos para irse.

Inmediatamente se fue el doctor, Michella comenzó a ponerse sus zapatos.

Oh no, no se lo iba a permitir.

—¿A donde crees que vas? —pregunte.

—A mi casa, idiota.

—Lo siento pero tu no sales de aquí hasta que estés bien —dije.

—lo siento, pero soy bastante grandecita ya, para tomar mis propias decisiones —dijo mientras se paraba para salir, yo me puse en la puerta bloqueando su salida.

—Mira niño, si no te quita...

—si no que quito ¿que? —le interrumpi.

—Simplemente quítate.

Me quiso empujar de su camino, pero aún estaba débil como para cumplir su cometido.

La agarre por los brazos, Apesar de estar en ese estado es orgullosa, me lo dice su mirada llena de ira, esos ojos azules, tan... Profundos, por alguna u otra manera siento algo al verlos.

Ignore el lindo color de sus ojos para cargarla como un saco de papas, comenzó a patalear como loca y a golpear mi espalda.

En un rápido movimiento la tire a la cama, esta se retorció e hizo un gemido de dolor, yo sonreí victorioso.

—¡Diablos! ... Me quiero ir idiota, maldita sea... En casa tengo cosas personales que ahora necesito. —se intento parar, pero yo la detuve tirándome encima de ella, precionado sus flacucho brazos contra la cama.

—Diablos... Dios. Suéltame. —comenzó a moverse mucho, pero nada me hacía abandonar mi puesto, cada vez Lucía más enfadada, esta niña si es enojona —Mira hijo de puta, Suéltame.

—Mira niña, la próxima vez que te dirijas con esa expresión te dejo directo en la tumba.

—A si, pues adelante, esta vez estuviste muy cerca, vamos a ver si para la otra lo logras.

Diablos... Como me irritaba, era... Tan gruñona, pero de una manera u otra, eso la hacia ver más linda ante mis ojos, no se, algo de ella era muy familiar y a la vez desconocido.

apreté sus brazos más contra la cama, y de su boca se escapo un gemido ante mi brusco movimiento.

La quería callada, pero mandarla hacerlo es como darle una orden a una pared, y si soltaba una de sus manos... No ni pensarlo.

Acerque mi cara aun más a la de ella, perdiéndome en sus ojos, para luego poner los mío en sus labios, preguntándome a que sabrán, si me gustaran, si eran suaves.... Si encajaran con los míos.

Dejé todas esos cuestionarios de lado, para abrirme paso a la realidad, estampe mis labios contra los de ella, resolviendo todas mis dudas existente, mi movimiento fue tan rápido que a ella no le dio tiempo a reaccionar, para cuando lo hizo ya el beso se volvió más profundo de lo planeado.

Nuestros labios y lengua bailaban en un mismo ritmo junto con nuestras respiraciones aceleradas.

Varias veces intento romper el beso, pero yo quería más de ella, romperlo sería algo injusto para los deseos que traigo....

Asesinos del Deseo [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora