Mi primer día como el lobo nuevo que había renacido de sus cenizas de perdición cual fénix devorado tras las llamas que su propia anatomía le permitía tener para poder acabar con su misera vida para comenzar con una nueva que nadie podía conocer su paradero.
Así exactamente era como me sentía yo desde la noche anterior, como no estaba asustado, cual bebe que aparece en el mundo sin otras defensas que una ligera capa de piel que poco puede hacer frente a las dificultades y problemas que aun desconozco del mundo exterior y que aun no se lo que me tiene deparado el destino para mi.
Mientras todas estas reflexiones vagaban por mi cabeza yo seguía vagando por la fría estepa de forma que aun no sabía, ni tenia por asomo la más remota idea de lo que se me podía cruzar en mi camino durante el tiempo que pude estar en la intemperie.
No se cuanto tiempo pasaría desde que empecé a reflexionar si había hecho lo correcto y pese a mi firme convicción sobre ello mi instinto natural me guiaba hacia una señal de la que todavía no me había percatado.
Aun no se si al instinto debería de llamarlo destino o a mi destino instinto, el caso es que mi salvación estaba cercana, tanto como la muerte que venía tras mi y que me perseguía de forma apenas perceptible.
No obstante en ese momento estaba tan ciego como el topo más topo de toda la estepa y solo tenía una convicción en mente, no detenerme, seguir adelante.
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El Lobo Blanco
RandomLa vida en Siberia no es fácil ni en invierno ni en verano. Incluso para un lobo solitario.