Capitulo 10

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Aquel momento de debilidad le había servido como una especie de catarsis, se sentía fuerte, y dispuesta a luchar contra Esteban por su hijo, se levantó temprano en la mañana y luego de desayunar y darse un baño se arregló dispuesta a conquistar el mundo, se puso un vestido negro que solía usar para las reuniones con algunos interesados en sus joyas, ese día su primera visita la haría a las empresas San Román donde tenía unas acciones que desde ese día comenzaría a usar, estaba lista para hacerle frente a Esteban y demostrarle que no era la misma niña temerosa de 20 años con la que se había casado y de la cual se había burlado.

A las 9:00 a. m llego a la recepción de las empresas San Román, donde la secretaria de Esteban de toda la vida la reconoció de inmediato, Maria simplemente sonrió, le pregunto cómo se encontraba y pidió que se le concediera un espacio para hablar con el encargado de la representación de las acciones de los socios, ese era Arturo el fiel escudero de Esteban.

-Señor Ibáñez la señora San Román desea verlo – dijo Alma.
-Alma, no soy la señora San Román, le recordó Maria.
-Perdón señora era la costumbre, disculpe licenciado es la señora Maria Fernández Acuña.
-Puede pasar señora.
-Gracias Alma.

Arturo abrió la puerta y se quedó perplejo al verla, no había rastro de la simple Maria, la mujer que estaba frente al lucia totalmente distinta, era fuerte, atractiva y tenía una misión.

-Maria, me da mucho gusto volver a verte – dijo Arturo saludándola de beso en la mejilla – a que debemos tu visita en las empresas? – pregunto interesado.
-Puedo sentarme? – pregunto ella
-Claro Maria adelante – dijo el ofreciéndole asiento.
-El motivo de mi visita es simple Arturo, ¿recuerdas el paquete de acciones que están a mi nombre? – pregunto ella.
-Claro que sí, Esteban las ha representado desde el inicio, ¿por? - pregunto.
-Quiero que a partir de este momento las acciones que están a mi nombre sean representadas por mí – dijo ella con calma.
- ¿Qué? – dijo el sorprendido – Maria, pero si es por las utilidades, la empresa siempre las consigna a la cuenta que Esteban tiene a tu nombre, porque tengo entendido que…
-Arturo, soy propietaria de una de las joyerías más importantes de este país, tú crees que no se de negocios? – le dijo con un poco de orgullo – El problema tuyo y de Esteban es que pensaron que mi actitud pasiva frente a cierto tipo de asuntos implicaba desconocimiento, y no es cierto, ahora, lo que me interesa es que a partir de esta misma tarde le informes a Esteban que ya no representara mis acciones y que mañana mismo quiero mi oficina lista – levantándose con calma del asiento – ahora si me disculpas, tengo otras cosas que hacer.
-Adelante Maria, le daré a Esteban tu recado.

Maria salió de la oficina de Arturo y se topó de frente con un orgulloso padre que sostenía a su pequeño en brazos mientras era admirado por todos los espectadores, entre ellos Demetrio, Bruno y Servando.

Maria no pudo evitar sentirse triste al ver a su niño hacia una semana no lo veía y no tenía noticias de él, pero se veía bien. El niño como digno hijo de Esteban impulsivo y atrabancado logro reconocerla a lo lejos, y la llamo a los gritos lo que llamo la atención de todos los presentes.

Maria con una sonrisa en el rostro camino confiada hasta su hijo mientras el niño le pedía a Esteban que lo soltara, este lo dejo en el suelo y acto seguido observo como el pequeño corrió hasta alcanzarla, Maria lo levanto en el aire y Héctor soltó una sonora carcajada que Esteban no estaba acostumbrado a escuchar, Maria lo abrazo con fuerza contra su pecho y acaricio su rostro, y limpio las lagrimitas que de felicidad había soltado el pequeño.

-Aquí estoy corazón bonito – le dijo ella sonriendo para darle confianza a su hijo.
-Mamá! – chillo el niño lleno de alegría.
-Si mi vida, aquí estoy mi cielo, ¿Cómo estas Héctor?  ¿cuéntame cómo vas en la casa con tu tía Carmela?
-Mella, bien, bonita – dijo el niño sobre su tía.
-y quien más vive ahí? – le pregunto a su niño mientras no dejaba de acariciarlo.

Esteban se limitó a mirarlos desde lejos, era increíble la fuerza que podía brindarle un hijo a su madre, Maria en la tarde del día anterior esta devastada y deprimida y hoy estaba frente a él, con su hijo en brazos y lucia radiante, se acercó a ella y lamentando interrumpir el momento, le pidió a Maria que entrara a la oficina para hablar con ella.

-Veo que te sientes mejor – le comento sin dejar de mirarla jugar con su hijo.
-Así es – dijo ella sin mirarlo y concentrada en Héctor – Sabes que te extrañado mucha verdad? – le dijo a Héctor.
-Si – dijo el niño – Mamá te amo.
-Y yo a ti mi niño – dijo ella abrazándola- muy pronto estaremos juntos otra vez.
-Si – dijo Héctor.
-Me tengo que ir ya Héctor – dijo ella con tristeza de dejarlo – te vas a portar bien con tu papá verdad?
-Sí, bien, con Teban – contesto Héctor.
-Bueno mi amor, otro día nos vemos – dijo levantándose de la silla – No llores Héctor – dándose cuenta que el niño no quería que se fuera – mi vida, no estés triste mi amor, te quedas con tu papá mi cielo.
-No, llévame contigo – dijo llorando el niño.
-Héctor – le dijo Esteban tratando de tomarlo en brazos.
-Nooooooo!! – chillo con fuerza el niño – Mamá, Mamita.

Esteban tomo al niño en brazos y Héctor reacciono histéricamente, pateaba y golpeaba con fuerza a Esteban para que lo soltara mientras Maria lo observaba tratando de controlar las lágrimas, Esteban no sabía qué hacer, era la primera vez que tenía que lidiar con una pataleta de su hijo.
Maria se acercó a Esteban y tomo de nuevo a Héctor en brazos, con calma le explico que tenía que ir a trabajar, pero que se verían pronto, le acaricio el rostro y le pidió que se calmara, Esteban se dedicó a escucharla, era simplemente encantadora, entonces una imagen loca se le vino a la mente, ¿cómo sería tener una hija con los ojos de Maria?, se quedó pensando e imaginando a una pequeña risueña y amorosa, igual de hermosa a su madre, ¿cómo sería verla crecer junto a su hermano y que compartieran lindos momentos?, ¿cómo sería criar a sus hijos junto a Maria?

-Ya estas más tranquilo mi niño – dijo Maria distrayendo las ideas de Esteban – Pórtate bien Héctor, te amo ¿lo sabes verdad?
-Si.
-Dame mi beso mi cielo, nos vemos después.

Maria dejo al niño en el suelo luego de que el niño le dio un beso en la mejilla y la abrazo con fuerza, se despidió de Esteban sin mencionarle el tema de las acciones y salió de las empresas San Román con una toda la energía renovada.

En la platería el espacio comenzaba hacer falta, tenía bastantes pedidos y muy poco personal, aunque sin Héctor en su casa podía dedicarse de lleno a trabajar en sus piezas, sabía que no podía descargar todas sus preocupaciones en el trabajo, así que comenzó a buscar un nuevo espacio donde pudiera vender y tener su taller al mismo tiempo.

-Esteban no tienes ni idea de qué hacer con el niño – le dijo Arturo cuando entro a la oficina y encontró a Esteban tratando de que Héctor se quedara en un solo lugar.
-Se nota tanto? – pregunto Esteban tomando al niño en brazos.
-Mucho, ¿oye hablaste con Maria?  – le pregunto tomando asiento.
-Sobre qué? – contesto Esteban.
-Entonces no te dijo.
-Arturo, no me dijo que? – pregunto Esteban intrigado.

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