Los eventos de la noche habrían transcurrido como de costumbre si no fuera porque había decido acostarse alrededor de las 12 am, más temprano de lo normal y bastante raro en ella. Estaba claro que el cansancio que sustentaba y la había hecho desistir de cualquier otra idea.
Se decidió por una cena rápida y se encerró en su habitación desconectándose de cualquier ruido que pudiera provenir del mundo exterior.
Cuando sonó el despertador a la mañana siguiente, abrió los ojos con el primer ring y lo apago antes de que siguiera sonando y se quedó recostada pensando en lo que haría durante el día, nada parecía indicar que esa fecha no sería como lo predecía, su vida estaba a punto de cambiar para siempre de la mejor manera, inimaginable e inesperada; y ella no lo sabía.
Desde un principio estaba claro que hoy sería una jornada intensa en su vida. Hoy era sábado, pero no cualquier otro sábado, HOY era su cumpleaños número 21, por lo que los planes para ese día estaban programados casi involuntariamente. Todos parecían tener una idea de que se haría, casi pareciese que ella no tenia voz ni voto. Todos decidieron por ella. Todos sabían cómo le festejarían su cumpleaños. Por un lado sus padres y por el otro sus amigos ‘Algún día, a alguno se le ocurrirá preguntarme, si era esto lo que quería’ pensó.
A pesar de que la cama la invitaba a seguir recostada, se dio cuenta de que ya era momento de levantarse, en realidad, fue su estomago el que tomo la decisión por ella ya era hora del desayuno.
Camino a la cocina. Dudo por un instante en prender su celular, pero llego a la conclusión de que lo mejor sería esperar unos minutos y desayunar primero. Si lo prendía saltarían llamadas perdidas y mensajes de texto que le habían escrito la noche anterior, ya que ella tiene de esos amigos que te saludan apenas empieza el día de tu cumpleaños. No que se quejara, a Amy, le encantaban ese tipo de cosas, de hecho ella hacía lo mismo con ellos (con cada uno de ellos)…sin embargo, la noche anterior (víspera de su cumpleaños) no hubiera logrado soportarlo, no se encontraba de humor, sabía que iba a terminar cansándose y tratando (sin querer) mal a alguno de sus amigos, así que para evitarlo apagó su teléfono.
-Buen Día Frankie! ¿Sabes qué día es hoy??
El gato, gris, peludo y de unos hermosos ojos claros que un momento antes fue su calentador de pies en la punta de su cama, la había comenzado a seguir.
-Hoy cumplo años! 21, para ser exacta…el tiempo está pasando ….- El pequeño gato pestañeo -Ya vas a llegar vos a esa edad, y ya te quiero ver! – le dijo ella sonriendo, le acarició su cabeza y prosiguió con su camino.
Una vez en la cocina, se preparó un té, untó sus tostadas con nutella y prendió la radio, aprovechando para escuchar la música que a ella le gustaba, para variar un poco, ya que la que se acostumbraba a escuchar en el trabajo no era exactamente algo que Amy podría llamar de su agrado. Sinceramente, la detestaba.
Cuando terminó su desayuno y escuchó varias canciones que resultaban ser sus preferidas; recordó su teléfono, lo prendió y como lo supuso (temprano), tenía 4 llamadas perdidas y 10 sms. Contestó los sms agradeciendo el saludo y disculpándose por no contestar al instante, para luego devolver las llamadas emulando las disculpas que había escrito con anterioridad (en los mensajes de texto).
Una vez lista repasó mentalmente su cronograma, lo primero que tenía que hacer ya casi como tradición, era almorzar con su familia; así que como la hora en la que había quedado con su madre, – quien, por cierto, detestaba la impuntualidad, algo que Amy había heredado de ella o más bien, aprendido con el tiempo- se acercaba, se apresuró en bañarse.
Con una excelente puntualidad, algo de lo cual ella misma se sorprendió ya que no era ni un minuto antes ni uno después, se presento en la casa de sus padres. Su madre la recibió feliz al ver que Amy había llegado a tiempo y, claro está, porque además era su cumpleaños.
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Ese chico del bar
FanfictionUn dia como cualquier otro Amy conoció de casualidad y de una forma, bastante inusual podríamos decir o sin querer, a un chico que con el tiempo podria llegar a ser "el hombre de su vida" (como suele decirse comúnmente) o a su chico perfecto.