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Annie, no sé por dónde empezar.

Bueno...realmente me fui de viaje para no volver, mis padres venderán la casa pronto.

Espero que seas feliz con otra persona al igual que yo porque no quiero hacerte daño; yo te veía como un rollo pasajero y cuando Ben se enteró de que eras tu la chica, se cabreó muchísimo y casi me mata.

Él vino aquí para conocerte y cuando se enteró de que no quería nada serio contigo me partió la cara, literalmente.

Lo siento, Stuart Slender.

-que hijo de puta- a esas alturas las lágrimas ya corrían por mis mejillas libremente

-bien dicho, Annie- me animó Ben

-se lo merece por capullo- agregó Sam furiosa-como lo pille...

-pensaba que era mejor persona- Ben intentó limpiarme las lágrimas que yacían en mis mejillas, pero fué en vano ya que en cuanto terminó siguieron cayendo más.

-espero que puedas perdonarme- me miró muy arrepentido

-no tengo nada que perdonarte, hermanito, y en todo caso ya lo estarías, no como ese capullo- rompí a llorar, me recosté sobre el pecho de Ben y pasado un rato de llorar en sus brazos conseguí caer en un profundo sueño.
***
Me costó bastante dormirme junto a Ben ya que me pasé la mayor parte del tiempo llorando y él y Sam me consolaban. No sabía cómo había llegado a mi habitación aquella noche, pero lo que tenía claro era que no iba a salir de allí en bastante tiempo. Mis amigos hicieron turnos para llamar a mi puerta e intentar convencerme de que saliera, pero no lo consiguieron en ningún momento.

Cuando por fin salí en busca de un poco de comida, me atraparon y me sentaron en el sofá sin dejar que me fuera. Me dieron el desayuno e increíblemente estuvimos charlando y riendo por un largo rato. Necesitaba eso, olvidarme de ese capullo que me rompió el corazón y no volverlo a ver en mi vida.

Pasamos toda la tarde y noche juntos, y cuando decidieron marcharse ya eran las seis de la mañana, así que yo me fuí a mi habitación a dormir después de haber pasado la mejor tarde de mi vida con ellos, mis mejores amigos, y no se que haría yo si no los tuviese.

Por desgracia no pude hacerlo. Se me había pasado la hora de sueño y lamentablemente empecé a pensar en Stuart, lo necesitaba; necesitaba a mi mejor amigo Keiran aqui, junto a mi, para que me diese ánimos porque él es el único que pudo y podrá hacerlo en los peores momentos de mi vida. Me alegraba las malas tardes, las horribles mañanas e incluso cuando yo estaba insoportable él se quedaba ahí, junto a mi, y conseguía hacerme sonreír.

-fui tonta al separarme de él, y espero que algún día me perdone y vuelva, por que necesito verlo, no puedo imaginarme cómo sería no volver a verlo jamás- pensé en voz alta mirando hacia el techo, mientras jugaba con el colgante con forma de bala que él mismo me había regalado antes de marchar y resbalaba una lágrima por mi mejilla recordando esa frase, la frase que se me quedaría grabada por siempre y no solo en el colgante, sinó el el corazón: ''no me olvides, por que eres cómo una pequeña bala que se ha incrustado en mi corazón hasta el fin de mis días. Siempre tuyo, Nick ''

***

Hará unos seis meses que perdí a mi padre. Fue muy duro, además porque mi madre no estuvo ahí en los malos momentos. Ellos nunca llegaron a estar casados ya que mi padre ya tenía una familia, la de Ben, lo suyo fue más como un amor pasajero pero de ello surgimos nosotras, Sammy y yo, y no por el hecho de tener otra familia dejamos de saber de él ya que pasaba un tiempo con su família, y otro con nosotras. A veces hasta llegaba a quedarse tres meses en nuestra casa. Sufrimos mucho viendo cómo empeoraba por culpa del maldito cáncer, y mi madre no fue a verlo ni un avez, ésta sólo se centraba en el trabajo y en ser una de las mejores instructoras del internado militar más importante de todo el país. Desde que murió nuestro padre, estuvimos viviendo solas en casa y nuestra tía pasaba una vez a la semana para ver que tal íbamos, pero siempre nos negamos a irnos a vivir con ella cuando nos lo preguntó. Pero la última vez fue distinta, Sam estaba cansada de nuestra madre y de vivir solas así que intentó convencerme para irnos las dos a vivir con nuestra tía y su hija, nuestra prima Skyler a la que tenemos mucho cariño ya que es de nuestra edad y muchas veces nos vamos juntas de fiesta, pero como yo no acepté decidió irse ella sola a vivir con la tía, y yo tomé otra decisión: cogí el teléfono, marqué su número y rezé para que lo cojiera y esto se acabara cuanto antes mejor.

-¿sí?- dijo la mujer al otro lado de la línea

-hola mamá-dije seca

-hija, es tarde y mañana tengo que madrugar si quieres...

-tomé una decisión- la corte

-¿que decisión?- preguntó confusa

-quiero acabar mi año en el internado- sentencié

-pero te incorporarás unos cuatro meses más tarde que todos los demás- intentó poner excusas pero yo lo tenía muy claro

-lo sé, pero es lo que quiero

-está bien hija- dijo cansada- mañana por la tarde estaré ahí para buscarte, haz la maleta

-hasta mañana- corté la llamada antes de poder obtener respuesta alguna por su parte

Sólo me quedaba hacer la maleta y despedirme de mis mejores amigos, que eran lo mejor que me podía haber pasado. Cuando le diagnosticaron cáncer a mi padre yo tan solo tenía doce años y lo pasé fatal. Me aislé de todo el mundo, incluso de Keiran. Yo entonces ya conocía a mis mejores amigos desde que era pequeña, pero nos distanciamos un poco al estar en institutos diferentes. Mis supuestos amigos en aquel entonces eran un atajo de pijas insolentes que sólo hacían que criticar y hablar mal de la gente, así que cuando yo me distancié de ellas, estas no opusieron resistencia alguna. Finalmente me cambié de instituto al actual, donde estaban mis amigos de la infancia y estos me ayudaron a sobrellevar de la mejor manera posible lo de mi padre, desde entonces somos inseparables.






Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora