Capítulo 1

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Todo comenzo hace un año, estaba aburrida, sentada en mi ventana observando el paisaje, era hermoso, en ese momento quería saber que había detrás de esas montañas, conocer a un chico, tener amigas, poder conocer a mas personas y poder forjar mi reino.

Pero soy una princesa y tenía que esperar a cumplir 18 años para hacer la fiesta que tanto he esperado, en 5 meses llegaría ese día.

El único y mejor amigo que tenía,  lo consideraba como mi hermano, ya que nos habíamos criado desde pequeños y aunque el me gustara era guapo y todo, era solo un sirviente y eso estaba prohibido, y con el tiempo fui aceptando la realidad, el también esperaba el día de mi cumpleaños, ya que quería verme feliz.

La puerta sonó

—Adelante— dije para que entrara, Sir Henry entró por la puerta a mis aposentos — jajaja hablando del rey de Roma —

— y el que se asoma — respondió a mi comentario. — ¿con quien hablabas de mi?— puso su mano en su cadera asimilando una pose de diva.

— con nadie solo pensaba, en que eres guapo y la persona en la que mas confio— respondí a su pregunta.

—obvio que lo soy— dijo mirándose las uñas.

—si eres tonto— dije y exploté a carcajadas.

—bueno a lo que vine— Su expresión cambio a una seria lo cual hizo que se me pusieran los nervios de punta. —Su padre la llama—

—voy enseguida—  me levanté y me acerqué a él. —¿me acompañas hasta su despacho?—

—claro que si my lady— Me dio su brazo para que lo tomara

-ahora que querrá, cuando me llama nunca es para algo bueno- pensé para mi misma. Llegamos a la puerta del despacho de mi padre y Sir Henry se separó de mi, antes de irse, me dio un beso en la frente y un abrazo.  -muy bien...tu puedes solo toca y entra-  me dije para darme ánimos, pero no fueron suficientes, Sir Henry se percató de esto, y antes de irse por completo se dio la vuelta, tocó la puerta para irse corriendo.

— Adelante — se escuchó desde dentro de la habitación.

Obedecí, entre a la habitación del rey con las piernas temblando, pero al crear contacto visual con mi padre me helé.

— Ven hija, sientate — le hice caso y me senté donde me señaló en su cama. — te mande a llamar por que quiero que veas tres retratos y quiero que me digas cual te llama más la atención — El sacó las tres pinturas, pero yo ya sabía su plan.

— No — dije inexpresiva sin si quiera mirar la primera de ellas.

— ¿No? — dijo confuso.

— No voy a caer es su juego padre, no otra vez. —

— Solo quiero lo mejor para ti hija, por eso hago —

— ¿Necesita algo más? o ¿ya me puedo retirar? — pregunté disgustada.

— No hija mia, ya puedes retirarte — me retiré de la alcoba hecha furia por dentro.

Al llegar a mi habitación agarré una almohada y grité lo mas fuerte que pude — ¡No puedo creer que haga esto con un tema tan delicado! — estaba devastada, estaba bien cuando lo hacia con mis mascotas de pequeña. La puerta sonó — Adelante. — dije débilmente ahogándome en mis lágrimas. Sir Henry entró mientras yo miraba la ventana.

— ¿Qué ocurrió? — se acercó y me abrazó en su pecho.

— Hizo lo mismo que hizo con mis mascotas y juguetes de cuando era mas pequeña — dije llorando, en su pecho. — ¿Cómo pudo hacerlo con un tema tan delicado? A veces el rey no piensa lo que hace — estaba frustrada, Solo podía llorar en el pecho de mi amigo, hasta que de tanto llorar me quedé dormida.

— pobrecita querida — el me cargó y me acostó en la cama.

***********a las 3am***********

— No...noo...eso no puede pasar — me desperté repentinamente de una pesadilla, la ventana estaba abierta, así que me acerqué a ella.

— La luna es hermosa ¿no crees? — se me puso la piel de gallina pero supe que era él.

— Si... es bellísima — le respondí.

— Tranquila pequeña — dijo dándome la mano — ¿Qué fue lo que soñaste? —

— Que mi padre me hacia escoger la pintura que más me llame la atención y la que eligiera sería mi regalo de cumpleaños. — me tomé un segundo para tomar aire — Soñé que lo hacia con mi futuro esposo...es un  tema muy delicado... no entiendo cómo pudo hacer eso —

— Ya pequeña, no pasa nada, lo bueno fue que no escogiste ninguna foto y vas a poder elegir al hombre que te acompañará toda la vida. —

— Y... — tragué saliva — ¿si te elijo a ti? — pregunté mirándolo a los ojos.

— No puedes pequeña. —

— ¡¿Por qué no?! —

— Porque yo no soy bueno para ti, ya te explique, soy un asesino. —

— Pero... — me tomó de las manos.

— Nada de peros pequeña, iré a tu fiesta, pero no te puedes casar conmigo. — dijo en tono suave.

— Entiendo... te quiero aunque no conozca tu nombre, ni sepa como es tu rostro, solo se como es tu silueta y tu pasado.

— Bueno pequeña ya es hora de irme — besó mi frente y saltó por la ventana.

Una historia másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora